Fotografía de Escolástico Martín, "Tico". |
Sobre el tierno tallo,
ese que se enciende de
virginal lila en la débil fragilidad,
cuyo extremo apunta hacia la
incertidumbre del mañana
con más firmeza que dudas
a modo de mástil rendido sin
saber a qué honores,
el sopor agazapado de la
crisálida
en el rigor de la tarde:
alas plegadas ofreciendo el
mínimo rozamiento,
y tres pares de patas como
zarpas
o tren de aterrizaje
encallado en lo firme;
la cabeza, uncida al letargo,
es una expresión
imperceptible que se oculta
en la vellosidad de la
especie
sin otro apoyo que la
rigidez natural de su organismo
dibujando una línea paralela
con el firme flexible que se
agita con la brisa.
Las antenas en celosa
imaginaria
y un festín de tornasoles
desplegados a lo largo del
fuselaje,
conjugando mímesis y escaso artificio
con el entorno.
En el duermevela, las
figuraciones
y las quimeras de una calurosa
tarde de verano.
Anunciando que viene la calor.
ResponderEliminarHuye de Sevilla, Paco. Todavía estás a tiempo.
Un abrazo.
Ya falta menos, pero todavía tengo una cita hospitalaria el 3 de julio. Es, digamos, una puesta apunto para lucir tipo en la playa.
EliminarUn abrazo.
Hermoso poema unido a una preciosa imagen.Saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Charo, por tu comentario.
EliminarUn abrazo.