Se estrecha la noche,
constreñida
entre un crepúsculo rezagado
y un alba acelerada de
urgencias.
Por la mañana el sol azota a
la ventana
antes de que suene el gallo
metálico
de acordes digitales;
por las rendijas de la persiana
se asoman líneas paralelas
de puntos suspensivos
que anuncian el nuevo día,
un ejército de luciérnagas
paramilitares
en perfecta formación,
a la espera de ejecutar las
órdenes recibidas.
Ella duerme plácidamente,
como adueñada del tiempo,
y en mis bostezos son
escasos los minutos
para que suene la alarma.
Amanece, unos jóvenes vocean
por la calle
el desmadre alcohólico sin
el menor respeto al descanso de otros.
Una noche más, un nuevo
amanecer,
similar a otros, pero único.
¿Tal vez el último? ¡Quién
sabe!
Siempre será el último para alguien; pero los puntos suspensivos seguirán alineándose en la persiana y los trasnochadores etílicos persistirán en su tarea de molestar al vecindario. No olvidemos las chicharras de las motos. Eso no cambiará.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco. Feliz domingo.
Sólo pasamos las personas, la vida persiste con leves variaciones con los presentes, siempre con los presentes, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
¿Imaginación o realidad? ¿Una habitación casera o de un Hospital?
ResponderEliminarTodas tus preguntas llevan a un mismo lugar, Angalu. La habitación podría ser cualquiera de ellas, pero ciertamente no es algo vivido sino imaginado.
EliminarUn abrazo.
Para muchos, puede que sea el último y para otros muchos el primero, es la rutina de la vida, pero yo creo que nunca hay dos aaneceres iguales.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes razón, Julia. De hecho mi intención ha sido poner el foco en una escena cotidiana que todos podemos haber vivido.
EliminarUn abrazo.
Aunque los convirtamos en rutina todas las noches y todos los amaneceres son distintos, a veces renace la esperanzaq y en otras ocasiones la dejamos morir.Esa habitación me trae muy malos recuerdos.Saludos
ResponderEliminarEsperemos que sea un amanecer más de muchos por venir. Lo bueno que inéditos todos, para hacer poemas extraordinarios en cada día.
ResponderEliminarBesos de anís.