Fotografía de Toñi Robles Richarte, "Irenia" |
Siendo
de natural ingenua, viste lo nuevo
donde
no estaba sino lo de antes.
PILAR ALCALÁ GARCÍA
Y se obcecó en vivir al ritmo
que le trompicaba el paso,
como si un cierto retraso le
engarzara
a la generación posterior
haciéndole caminar
por la senda de lo atemporal.
Para los brotes nuevos era todo
un acicate,
un ejemplo de conducta fuera
de los cánones
por los que ellos se
deslizaban
con el dejarse hacer de su
clan.
Esa persistencia resultó
todo un referente
para brotes y yemas,
también para las tiernas ramas
de cierto fuste
que se habían dejado llevar
por la corriente genética,
sin otro razonamiento que “así
debe ser”.
Un día, cuando el pedúnculo se
relajó
como no era su costumbre,
notó un cierto vértigo, se
le aflojaron las piernas,
y sin poder evitarlo se
precipitó al vacío.
En su caída, sin que los retoños
a su paso lo pudieran evitar,
seca la tensión que le unía
a la rama,
se rindió a la evidencia
y dócilmente pernoctó en el
otoño al que se resistía.
Podemos engañarnos a nosotros mismos, pero al tiempo... Esa es una tarea más complicada.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Esto viene a ser un poema de encargo. Mi amiga Toñi me envía esta fotografía para que yo le ponga texto y de alguna forma vengo condicionado a esta complicada tarea de decir con cierta coherencia.
EliminarUn anrazo.
Imposible resistirse ante la evidencia, a todos nos tocará un día precipitarnos al vacío sin que nada ni nadie pueda evitarlo.saludos
ResponderEliminarEstá claro que todos tendremos nuestro otoño, Charo.
EliminarUn abrazo.
..yacente, en ácrono sentimiento.
ResponderEliminarUn abrazo♡atemporal, ¡claro está!
Muchísimas gracias, Merche.
EliminarUn abrazo.