Caminando por la nada,
mancillando nubes de algodón
a cada paso
con las botas frágiles
de marcialidad en armisticio
y bostezos que distan de las ensoñaciones.
Sin destino, sin rumbo;
con la única meta de no sucumbir,
pero sin carta de navegación
ni otro anhelo que llegar a mañana,
donde despertar
de esta pesadilla que todo lo cubre
como capote bajo lluvia ácida
de la que temo no salir indemne…
Me amparo en la buena lectura.