No nació para soltera; nadie nace
con un destino trazado del que no pueda zafarse. Es la vida una suerte de
posibilidades por las que uno va optando aunque no tenga plena conciencia de
ello. Eran tiempos difíciles. Su padre embarcó en Vigo rumbo a América y nunca
más supieron de él. Su madre, en momento en los que debía dar explicaciones
siempre rompía con el mismo latiguillo: “dijo que iba a comprar tabaco”.
Vivían en la portería de un viejo
edificio de la Plaza de Cascorro, donde la vida era a diario apacible, salvo
los domingos. Ella era para todos Manolita la de la Portera, y sabía de escasez
tanto como de chalaneo los mercaderes domingueros del Rastro. Ella se refería a
su piso, pero aquel habitáculo oscuro e insalubre sólo tenía una ventana a la
calle donde desde que tuvo uso de razón había conocido la máquina Singer con la
que pedaleaba su madre en los ratos que le permitía su labor como portera.
Manolita se aplicó en la
tradición materna de la sombrerería, pero los malos tiempos y la moda que le
dio porque mujeres y hombres fueran descubiertos, hizo que se viera forzada a
cambiar de oficio y dedicarse a los arreglos. Su madre estaba mayor y enferma,
no tenía otra vivienda que aquél chiscón donde la única alegría era la ventana
a la plaza y llevar la vida de las vecinas. Con el tiempo se hicieron con un aparato
de radio que estaba como estático a la frecuencia de Radio Madrid. El único
momento de silencio en el bloque era la hora de la novela. Ella estaba
enamorada de la voz de Pedro Pablo Ayuso, pero lo imaginaba mayor e
inaccesible. Su madre enferma, tuvo Manolita que ocuparse de las tareas de la
portería y nunca supo en su piel como era el tacto de un hombre. Nadie nace
para soltera, se repetía a sí misma, y se consolaba esperando que un día apareciera
por la portería un príncipe azul que la rescatara de aquel agujero y la
instalara en el Argüelles o en el Barrio de la Concepción o en Carabanchel, qué
más da.
Aquel domingo lluvioso tuvo un
mal presagio; aunque lloviznaba, tenía la ventana entreabierta como buscando el
aire que le faltaba. Su madre no pudo levantarse de la cama en todo el día ni
le apeteció tomar nada. “Descansa, madre, lo que tienes es agotamiento”. Cuando
Manolita se acercó a la mañana siguiente a la cama, su anciana madre ya estaba
helada y rígida. Manolita heredó todo cuanto allí había: la máquina de coser,
el abollado flexo y la radio con la que soñar historias de enamorados. Estaba
segura que algún día un hombre la rescataría de aquel lugar en el que había
transcurrido su vida. Ya no era una niña. Habían aparecido las canas y ni siquiera
hacía por tapárselas. Poco después, un día de invierno, toco en los cristales
de su ventana un hombre maduro de vestidos ajados y supo que no era el galán
con el que ella venía soñado. “No siempre se consigue hacer las Américas”, le
dijo, y Manolita le abrió la puerta.
No nació para soltera. Desde el titulo se adivina una historia por demás interesante, de un estilo costumbrista esta historia tiene todo lo que un lector necesita para quedar atrapado, me gusto, me gusto mucho, me encantan este tipo de historias.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchas gracias, Betty por tus palabras; eso de atrapar al lector, algo que el autor intenta, pero nunca sabe, me ha interesado mucho. Gracias por el comentario.
EliminarUn abrazo.
Yo si creo en el destino y pienso que si dos personas están destinadas a estar juntas o a encontrarse en el camino, lo harán, que si estás destinado a vivir en un lugar, ocurrirán mil cosas hasta que eso se lleve a cabo... Claro que lo mismo no deberíamos esperar sentados a que el destino llame a nuestra puerta. Quizás, de vez en cuando, deberíamos salir a buscarlo.
ResponderEliminarQue tengas un estupendo viernes. Mil besos
Si crees en el destino, Mª Carmen, no crees en la libertad del ser humano. No creo que estemos predestinados; al menos, podemos cambiar a voluntad la línea trazada por la genética. Todos nacemos con unas ciertas predisposiciones, pero luego la educación recibida, los amigos, el contexto en el que vives... todas esas circunstancias de la que hablaba Ortega son las que van conformando a la persona.
EliminarGracias por tus buenos deseos, encanto. Besos.
Precios historia Francisco. Preciosa la pintura.
ResponderEliminarYo no creo en el destino, sí no, en las oportunidades que te brinde la vida. El destino te lo pueden forjar los demás poniéndote trabas o ensalzándote para que brilles y seas alguien importante. Uno es quien tiene que hacer por hacerse un hueco en la vida, y vivirla como mejor le venga a cada cual. En estos momentos tan duros como cada uno pueda.
Lo más importante es que Manolita aunque tarde, pudo saborear el amor y se intuye por el cuento que fue o es muy feliz.
Saludos y besos
Primero fue la pintura, Isa, pero eso entre nosotros. Pienso como tú, Isa, y es lo que intentaba responderle a Mª Carmen: la vida ofrece muchas oportunidades que podemos aceptar o rechazar, y enfunción de aquello que elegimos así será nuestro mañana.
EliminarGracias y besos.
Plas plas plas plas plas...
ResponderEliminarMe encantó, Francisco. Una triste historia llena de realidad con un final inesperado, y por supuesto narrada con la maestría de siempre.
Un abrazo.
Por un instante pensé que me abofeteabas, pero luego he querido entender todo lo contrario, que eran aplausos. ¡Muchas gracias, generosa!
EliminarBesos.
No cualquier tiempo pasado fue mejor, pues ahora las Manolitas tienen un buen salario en sus porterías y, si esperan a un hombre, no será para que las saque de ellas.
ResponderEliminarNo estoy yo tan seguro del bienestar de las actuales porteras. Lo que es muy cierto es que ya no hay porteras en casi ninguna casa, que han sido sustituidas por elementos electrónicos.
EliminarUn abrazo.
Es cierto que ahora hay más porteros que porteras, pero haberlos, haylos, y soy testigo de lo que cobran. Más que algunos de los vecinos de la casa.
EliminarTriste historia con cierto toque de denunica social y a la vez llena de encanto por la forma que has tenido de exponerla.
ResponderEliminarProsa, poesía, ustedes elijan que D. Franciso es un maestro en lo que le echen.
Un abrazo
Me alegro que te haya gustado. No te pases de afecto que vas a confundir al personal.
EliminarBesos.
Gracias, María del Carmen. Igualmente para ti.
ResponderEliminarBesos
Una historia entrañable. La vida está llena de personas corrientes y de escasos príncipes azules.
ResponderEliminarPor cierto, la radio, una "Marconi" posiblemente, era como la que tenían mis padres, con teclas, donde oíamos "Matilde, Perico y Periquín", "Ustedes son formidables" y "Cabalgata fin de semana."
Un saludo.
Se nos ve la edad sin necesidad de mostrar el carné por las cosas comunes: esa radio, ese flexo, esa máquina de coser... y todo lo que sugiere el aparato de radio. Muchas gracias, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco , amigo querido ! Me has abandonado ...
ResponderEliminar¡Pobre Manolita ! Yo voy a resumir mi comentario en dos palabras que le escuché decir a mi madre toda mi vida. -¡OH DESTINO ...!
Te dejo un puñado de besos rociados con esencia de jazmines. :)
¿Pero como decís vos que os abandoné? Espero cada uno de tus comentarios para desenvolverlos y lamerlos de tan dulces. Gracias, María del Carmen, sos generosa conmigo.
EliminarBesos.
Nunca es tarde para que aparezca un príncipe azul (aunque no sea lo soñado... porque todos tenemos un "pero") Bello y fantástico cuento primo, ME fASCINÓ!!!!!. Besos mil.
ResponderEliminarPara mi no es un príncipe el que regresa, sino un rey destronado. Su padre no puede ya con su alma y viene buscando cuidados, prima.
EliminarBesos.
Así son las historias Francisco, reales y no ideales, porque en la realidad está la belleza y la pureza de las cosas. Me ha gustado mucho amigo. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.
ResponderEliminarTodo empezó con esa linda imagen de otro tiempo. A través de la ventana se ve el monumento a Cascorro, el héroe de Filipinas, por tanto, en esa localización no cabía otra cosa que personas sencillas.
EliminarUn abrazo.
Francisco me ha encantado y enganchado hasta el final esta historia y ¿sabes? ¡pues que me ha sabido a poco! jajaja y me parece a mí que el final está como sin terminar ¿por qué no la continúas? haber qué pasa si empiezan una historia o al final Manolita estaba hecha para ser una solitaria solterona.
ResponderEliminarHay tantas historias de este tipo, personas que renuncian a vivir su vida para ser entregada en cuerpo y alma al cuidado de enfermos.
Un placer leerte en esta tarde de sábado.
Un beso.
Es pretendidamente una historia abierta, Dulce María. Cada uno le pondrá el final que mejor le cuadre. Para algunos ese que llega es el hombre que siempre estuvo esperando, para otros su padre que busca refugio cuando le han faltado las fuerzas para vivir... ¿Qué pasará? Lo que cada lector quiera imaginar.
EliminarBesos.
pues sí que vivo adelantada jajaja, perdona Francisco, que quise decir tarde de viernes.
ResponderEliminarEl final de esta historía podrían ser muchos , pero Manolita abrió la puerta para descubrir un mundo nuevo y sorprendente , ¿era el hombre de sus sueños ? ¿era aquél Principe Azul con el que soñaba ? tal vez no , pero tal vez si , solo ella lo sabrá.
ResponderEliminarLinda historía , Francisco , me ha conmovido .
Esta muy bien esto de dejar el final abierto. Recuerdo que de joven, cuando iba al cine y la película tenía el final abierto me enfadaba bastante; luego comprendí que había dejado por construir mi parte y me tocaba ponerle el final a mi gusto. Hoy estoy disfrutando con los distintos finales que vosotros hacéis por mí. Gracias, Charo.
EliminarBesos.
No siempre los sueños se hacen realidad, se nazca para lo que se nazca y hacer las Américas siempre ha sido duro y rompedor para la mayoría. El cuento es tierno y se acumulan muchos sentimientos, creo que el destino se va trazando y descubriendo día a día.
ResponderEliminarBss
Que le pregunten a mi hijo por la dureza de dos inviernos en Moscú. Lo has día muy bien Katy, premio para la señora.
EliminarBesos.
QUE LINDO RELATO FRANCISCO.
ResponderEliminarESA VIDA GRIS SE PARECE UN POCO A LA MIA CUIDANDO A MI MADRE Y QUEDÁNDOME SOLA. AL DESTINO HAY QUE AYUDARLO, LUEGO, EN MI CASO, ENCONTRÉ A ALGUIEN PERO UN POCO TARDE.
UN BESITO
Me alegro que te haya gustado, Luján. Lo comentaremos el martes tomando el té. Las vicisitudes de la vida son más comunes de lo que imaginamos. Te deseo todo lo mejor.
EliminarBesos.
Manolita se conecta a internet y acaba conociendo al ciento y la madre.Es mi final imaginado.Jeje. Un beso.
ResponderEliminar¡Ay, mi Reyes! se ha tomado dos rebujitos de más e imagina a Manolita dando vueltas por la Red. ¡Qué guapa Reyes vestida de flamenca!
EliminarBesos.
jejeje, y quien será esa Manolita de la que hablas?? Seguramente puede ser cualquier mujer que tuvo que hacerse cargo de su familia... Antes pasaba mucho esto, ahora también, pero... Pocos lo valoran.
ResponderEliminarNos sorprende mucho la gente que vivió con poco y aun así tenía esperanzas, de igual modo que me sorprendió tu relato, parece que la conocías. Un besazo.
Quienes no tienen esperanzas son quienes creen poseerlo todo, Tamara. Los pobres, los pobres son los más esperanzados y extrañamente los más felices.
EliminarBesos.
Tierna historia, pero que afortunadamente ya el principe azul, solo ha quedado para hacer historia, hoy las mujeres tambien podemos salir adelante gracias a nuestro esfuerzo , no es fàcil pero tampoco es imposible y en cuanto a la solteria, no siempre el ser casada es signo de felicidad. Un abrazo sincero
ResponderEliminar¡Hola, Martha!
EliminarDespués de hacerte un largo comentario, ha fallado el sistema y se ha perdido. No se escriben dos veces las mismas cosas, como no se lee lo mismo dos veces el mismo texto y menos aún son idénticas las sensaciones creadas en cada uno de sus lectores. Cafa uno pone el foco donde le lleva sus inquietudes o su experiencia.
Manolita, y también su madre, es el ejemplo de mujer que saca su vida adelante con el esfuerzo de su trabajo. Nadie le ha regalado nada; sólo ha heredado las pertenencias que fueron de su madre: la máquina de coser, el flexo, la radio... Pero no hay ni habrá nunca mujer (hombre) que no espere su príncipe azul, persona que no se de el lijo de soñar. Manolita vive una vida de encierro y esfuerzo, pero sueña en otras circunstancias y esas le mantienen con ilusión de vivir.
Creo que nadie ha reparado que el texto es sólo aparentemente abierto: al comienzo del mismo su padre sale para América; al final del mismo ella abre la puerta a un hombre mayor y andrajoso que, como tantas veces, no ha conseguido hacer las Américas. Manolita no ha parado de trabajar, cuidó de su madre y ahora cuida del padre.
Un fuerte abrazo.
Pues no tuvo mucha suerte la pobre y no lo digo porque no encontrara ese mítico principe azul, que a mi entender no existen, sino que al final de la historia llega su padre, el desaparecido, que vendrá a arruinarle el final de sus días. Así que adiós a todos sus sueños.
ResponderEliminarPodríamos decir que Manolita, sin merecerlo, fue maltratada por la vida.
EliminarUn fuerte abrazo.
Francisco,en tu texto vemos a Manolita una mujer trabajadora y soñadora,a pesar de todo...Como alguien dice por ahí,al final de su vida llega su padre necesitado de cuidado y cariño y Manolita se desdoblará,de nuevo,para seguir dando lo que le queda de vida...
ResponderEliminarEl texto está abierto...Y cada cual puede acabarlo como quiera...
Su padre llegó cansado,pero consciente de que su vida empezaba de nuevo... y alli comenzó con su hija dándole lo mejor de si mismo...Los dos cuidaron su hogar,su jardín y sus sueños... Manolita,salió de casa a un taller de costura y su sueldo le permitió cambiarse con su padre a otra casa más nueva y luminosa...Con el tiempo conoció a un viajante de telas y se enamoró de él...Tuvo la oportunidad de vivir su sueño y recibir el regalo de la vida,que siempre había esperado...
Mi gratitud por este precioso,entrañable y sentido relato.
Mi abrazo inmenso y mi cariño.
M.Jesús
Gracias por esta amable y esperanzadora visión de aquello que falta. ¿Sabes? Finalmente cada uno pone de sí aquello que tiene, y tú le has devuelto a Manolita la esperanza. Mi gratitud.
ResponderEliminarBesos.
Me he imaginado a Manolita, centrada en su quehacer, dibujando sonrisas, con agujas e hilos... tejiendo sueños en sus pensamientos, aguardando la esperanza de no caminar siempre sola...
ResponderEliminarMujer valiente, soñadora, perdida en la marea de su caprichoso destino, dejándose envolver por la voz de su placentera compañía, la emisora...
Tu relato emotivo, guarda un mensaje importante, MANTENER INTACTA LA ESPERANZA, SIEMPRE....
pues ella nos ayuda a seguir caminando, de un modo u otro.
Abrazos de azul mar :)
Cada uno de mis lectores me va desvelando un aspecto nuevo, una de las muchas lecturas que ofrece el texto, y sin duda mantener la esperanza a toda costa está en el ánimo de Manolita, no rendirse nunca.
EliminarUn abrazo añil para ti.
Cuántas Manolitas hubo en el pasado... y qué pocas en la actualidad!! Es cierto que dedicó parte de su vida a cuidar a su madre... Eso no es importante? Para mi sí lo es..
ResponderEliminarMientras sus sueños seguían fluyendo .. gracias a ella su madre nunca se vio sola y abandonada ( como hoy en día por desgracia tantas veces es así ) ...
Siempre queda tiempo para sentirse realizada .. la edad no es la que cuenta .. sino la voluntad y las ganas ...
Preciosa tu historia querido amigo.. me ha gustado mucho ..
Mi abrazo siempre ( dos .. ya sabes )
Gracias, Aris. Creo que sigue habiendo muchas Manolitas, más de las que imaginamos; aunque este cuento no pertenece al presente sino a la imagen del dibujo, al tiempo pretelevisivo.
EliminarOtros dos para ti.