“Yo voy andando caminos”,
callejeando la ciudad y abriendo la mañana
de este nuevo día que se despereza,
me cruzo con gente anónima
que me ignoran y ni intercambian una mirada.
De vez en cuando un gesto,
un par de vocablos ininteligibles;
un carraspeo, un movimiento de cabeza
y me siento saludado.
Los naranjos iluminan el verde de las copas
con una pródiga cosecha
y el suelo acusa el viento de la noche pasada
pintando el suelo con brochazos anaranjados.
La brisa trae el aroma del río,
también la quietud y la calma,
y la planicie de las aguas que se derraman
camino de la mar,
un último trecho remansado y titubeante
que a veces baja y otras sube,
según la musicalidad de la mar.
En las avenidas el fulgor de las prisas
y la aceleración por la quema de combustible,
cada quien afanado en sus tareas:
un sin fin de individualidades al unísono.
Muy buen poema, es como una pintura, algo que se puede dibujar, este tipo de poemas son los que más me gustan.
ResponderEliminarSaludos