La muchedumbre se confunde
sin delimitar sus líneas
al final del espacio infinito.
La luz ha perdido vigor
y las sombras se expanden
con el inconfesado propósito
de dominar en la oscuridad.
Han huido los pájaros,
también los niños dejaron en silencio
los columpios y el tobogán,
como arroyo reseco y mustio.
Los insaciables saturan bares y cafeterías
y el comercio languidece
bajo las luces de neón
y las escenas mudas de los escaparates.
El recogimiento se ve interrumpido
por el tráfico rodado,
mientras un patinete hace eslalon por la acera
sobresaltando a los escasos viandantes.
Al llegar a casa, todos uniformados:
una cena frugal ante el televisor
y el sobresalto del noticiero
tintando de luto nuestros corazones.
De noche todos los gatos son pardos.
ResponderEliminarSaludos
No te falta razón, Emilio
EliminarPor cierto, algo no he manipulado bien en mi blog y se me ha borrado los blogs a los que sigo, pero no recuerdo en absoluto cómo volver a activar este asunto. ¿Tú sabrías ayudarme?
Un abrazo.
Un hermoso poema, una escena quizá en muchas ciudades, pero si de algo estoy segura es que no me arrepiento de ya no mirar noticieros, pues como bien dices en tus versos finales tiñen de luto los corazones.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Muchísimas gracias, Patricia, por haberte quedado en esta orilla y comentar.
EliminarUn saludo afectuoso.
Todas las noches parecen iguales, pero cada familia tiene sus problemas y circunstancias y las noticias sólo nos cuentan lo negativo...Hay muchas noticias positivas, que existen... que no aparecen ni se buscan y son muy necesarias para impulsarnos a seguir viviendo con esperanza.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz sábado, Francisco.
¡Qué generosa eres conmigo, María Jesús, apoyándome constantemente.
EliminarUn abrazo.