A mi prima Mari Carmen Márquez
Subí a los montes para tomar distancia,
para medir mi apego a la población
o mi desinterés absoluto;
entonces sentí vértigo, perdido
y sin apenas raigambre
que me sustentara.
No es posible habitar entre las nubes
sin dejarse arrebatar una esquirla del alma.
Allá abajo, en el blanco caserío,
donde late el humano vivir,
es donde los míos me aguardan,
donde vi la luz primera
y el despertar a la vida
que poco a poco se fue desperezando.
Ese ascua de blancura,
ese relumbrón de cal
por sus calles y plazas,
es la patria que yo amo,
el latido de mis ancestros
donde los míos descansan.
Subí para distanciarme y medirme frente a ti,
pero fue aventura fallida,
nube que el viento desplaza.
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