Fotografía de Escolástico Martín, "Tico". |
Entra el otoño con rigores
agosteños,
pero se han demacrado las
primeras hojas
de los árboles subrayando
el tiempo de la inauguranza.
El naranjo es ya una fiesta
que tímido amarillea
y el limonero persiste en
madurar
su acidez taciturna
como quien se prepara para
la lluvia
que todavía no se adivina.
Escucho caer la tarde en las
escalas
con las que mi prima María
va dando vida a Chopin:
Sevilla y Varsovia son
vecinas
cuando el corazón aplica el
oído
hacia aquello que desea.
Monotonía, vacuidad es esta
extensión cálida
de un verano interminable;
politono lo que el deseo
planta
cuando todo quisiera acabar
en bostezos
y se oye en la distancia
lo que la apetencia
pretenciosa siembran.
Que entre pero que tampoco se pase.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Las previsiones parece que son calurosas. No lo reconocemos, pero algo está en proceso de cambio, Cayetano.
EliminarUn abrazo
Las hojas, las naranjas, los limones y las nubes se van preparando poco a poco...La música nos recuerda que el otoño es tiempo de nostalgias,silencios y reflexión...Me encanta el otoño por su calma y sus colores.(ya pasará el calor)
ResponderEliminarMi abrazo y feliz otoño, Francisco.
En el gusto por el otoño somos coincidentes, María Jesús, y en todo aquello que no sea extremo.
EliminarUn abrazo.
Muy hermosa es tu visión de la estación que llega.
ResponderEliminarBesos anisados.
Muchas gracias, Sara, por aceptar mi sugerencia.
EliminarBesos sabrosos.
Soy de otoño y cada vez más...será la edad.
ResponderEliminarBesos
Aún tienes la edad en la hermosura y no se puede presumir de las carencias. Te gusta el otoño por su tono pastel, pero eres todavía primavera.
EliminarBesos.