Tengo, padre, una débil memoria,
pero en mí se afirmó tu
sonrisa
y algunos de los
conocimientos
que de la tierra y el
monte,
con tesón, me trasplantaste.
Tú me hablabas del ciclo
de la vida,
de la ecología que hoy
estudian
los sesudos en luminosos
despachos.
Tú, con tus manos
sarmentosas,
estercolabas la tierra y
la sembrabas,
aguardabas el fruto, y tu
sudor
era el vehículo que la
llevaba al granero.
Me enseñaste a respetar
las lindes
y también las malas
hierbas hasta la bina,
a entresacar la caña débil
para fortalecer el brío de
las promesas.
De ti aprendí a conocer
las nubes,
a distinguir los vientos y
sus amenazas,
a gozar el aroma expectante
del azahar,
pero también del cantueso
y el tomillo,
de la hierbabuena y el romero,
o a valorar la suma
sutileza del jazmín
que plantaron tus manos
y que con tanto amor
llevabas
un lindo ramillete cada
tarde a mamá.
Te empeñaste en que
reconociera
las huellas de personas y
animales,
asignatura no llegué a
superar,
a pesar de tu empeño;
en cambio, sí que he
seguido
tu afición lectora, amor
que a ti debo,
como te debo la vida
y la habilidad de saber
gozarla.
Mucho de los hábitos que tenemos ahora, se lo debemos a nuestros padres. Ellos han sido nuestro modelo a seguir.
ResponderEliminarBesos.
Brilhante, fascinante de ler
ResponderEliminar.
Abraço virtual de amizade
.
Pensamentos e Devaneios Poéticos
.
Una herencia de virtudes y cualidades, que sin duda has sabido mantener y acrecentar, para también ser enorme.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fuiste muy afortunado con un padre así.Saludos
ResponderEliminarUn mensaje de agradecimiento que valoro y hago mío, aunque en otras circunstancia. Cuánto bueno hemos heredado de nuestros antepasados. Saludos
ResponderEliminar