La noche es plata que se
apaga
y será destello reluciente
poco después del alba,
e
incendio refulgente
cuando cabalga a lomos del
orto
y con prodigalidad se
derrama
y hasta pisa con rabia su sombra
y la deslumbra bajo su
bota.
Así es el día, así son los
días,
una diversidad de
tonalidades
que va de lo oscuro a lo
reluciente,
de la racanería a lo
rumboso,
de la oscuridad a la
lucidez;
para volver, indefinidamente,
sobre sus mismos pasos,
con las variables de estacionalidad:
oblicuos o
perpendiculares,
nubes o vientos que
pigmentan de matices
a cada hora y a cada
instante.
Todos los días nacen
iguales:
cenizas que se remueven
en el rescoldo del último
atardecer,
pero cada uno con su
acento
y su tonalidad,
que lo diferencia del
anterior
y del siguiente.
También las personas inflímos para que cada día sea diferente para cada una.Pero es un auténtico regalo de Dios cada nuevo día así que nuestra misión es hacerlo expléndido.Saludos
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo contigo, Charo.
EliminarMil gracias.