Yo paseo tu nombre por mis
labios
en las interminables
noches de insomnio,
cuando el frío es acero
que saja
y el mundo animal hiberna
o se muta
para desaparecer en el
subsuelo,
mientras las ramas cantan
leñosas melodías
de abatimiento, agitación
y miedo.
Yo paseo tu nombre por mis
labios
en las tardes de estío y
sopor,
cuando el calor es magma
fundido,
solera del horno donde
todo se volatiliza.
Yo paseo tu nombre por mis
labios
a todas horas, esperando
tu rescate,
y una y otra vez vuelvo a
las puertas
de este averno,
donde no se sabe con
certeza
si vivir es pasear tu
nombre
y hacerse con él burbujas
en los labios.
Que placer es leerte y que envidia me da el verte tan activo. Un abrazo.
ResponderEliminarLa envidia es como una derivada. Yo no tengo como tú dos libros de éxito, pero me divierto haciendo lo que puedo. Te queremos, Chelo.
EliminarHermosa poesía, el final es casi imaginable. Precioso
ResponderEliminarEs bueno soñar, escribir e imaginar. Pero aún mejor es pasear el nombre del ser amado por los labios, ello nos llena el alma de magia, de fortaleza y de inspiración, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y espero que estés pasando agradables días veraniegos con los tuyos, amigo.