15 agosto 2022

MI MÚSICA, LA MÚSICA



En mi niñez no se estilaban

los carteles de “prohibido el cante”.

Todo ha cambiado mucho desde entonces;

también  ─afortunadamente─

ha desaparecido el serrín del suelo

y se han sofisticado y encarecido las tapas.

 

En la taberna de mi abuela sonaba,

desde un gramófono con manivela,

Vallejo, Rosa Fina, Angelillo, Caracol,

la Niña de los Peines, Mairena, Marchena…

 

En la radio tenía cabida otras músicas

que me resultaban extrañas,

algunas, como la Malagueña,

de Isaac Albéniz, sintonía o cabecera

de ciertos programas radiofónicos.

De igual modo sonaba Granados,

Falla, Turina, Bretón…

Pasado el tiempo descubrí a Beethoven,

Mozart, Debussy, Bach, Chopin…

 

Hoy sigo amando el flamenco

y me estremezco ante una malagueña,

una soleá, seguiriya o unos tientos;

pero me transporta al cielo,

sin separar los pies de la tierra,

los conciertos de Brandeburgo,

la Quinta Sinfonía, Sonata para piano

o Eine kleine Nachtmusik.

3 comentarios:

  1. Conforme pasan los años se nos abre la meten a otras cosas, música incluido, aún recuerdo reírme de mi padre de lo que le gustaba el tango y en especial Carlos Gardel, hoy no me reiría, me gusta el tango y el flamenco del que en mi adolescencia y juventud abobinaba.

    un abrazo.

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  2. La música nos trae paz, alegría , entusiasmo... y si, con los años los guston cambián pero prevalecen muchas melodías del pasado.Saludos

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  3. Me encanta esta serie que has hecho de poemas evocando la vida de antaño. Son deliciosos. Lo describes con vividez y una ternura que se contagia.
    Y ...la música... ella siempre ahí, formando versos más allá de todo.
    Un fuerte abrazo!

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