Hay bocas destentadas
y las hay deslenguadas,
hay bocas de Metro
y las hay de negro túnel.
Hay bocas a las que le
sobran palabras,
otras a las que le sobran
carmín
y algunas
sobredimensionadas
en el rincón del silencio.
La boca, junto con la
nariz,
es el respiradero natural,
pero se basta y se sobra
para los decires y las
muecas.
Cuando está cerrada es un
cajero
transitoriamente inactivo,
pero cuando se acciona
es un derroche de lava
candente,
una lengua viperina
capaz de arrasar con las
vidas ajenas.
En ella confluyen y de
ella vierten
todas las bravuconadas,
todas las vilezas, los
infundios
y mezquindades del alma,
en sintonía con Satán.
De la boca la gracia y el
piropo,
el chiste, la canción, el
poema;
pero también la
maledicencia
y la ignominia, la
mentira,
la infamia y el reproche,
la bilis, el desdén y el
perjurio.
Guarda silencio, boca,
no interrumpas esta paz,
salvo con la gracia
salpimentada de un beso.
Hay bocas en las que se cumpliría bien el dicho "en boca cerrada no entran moscas".
ResponderEliminarSaludos
Muy atinado, Emilio.
EliminarUn abrazo.
De las bocas viperinas líbranos Señor. Me quedo con la boca que besa y sabe guardar silencio.Saludos
ResponderEliminarDuro, pero muy bueno. Es así.
ResponderEliminarComo la moneda, también tiene sus dos lados.
ResponderEliminarUn abrazo grande.