Vacilaba. Finalmente
bajó titubeante
por el camino de las horas vacías,
acompañado de sus miedos,
y se detuvo a orillas de la temeridad,
donde las horas rondan,
sin pausa,
a lomos de la duda.
Se caló el sombrero,
ancló la mirada a media distancia
y afrontó el resto del camino
como curso fluvial
que no sabe deletrear
la palabra retroceso
y sigue avanzando.
Sin dudar,
ResponderEliminarSiempre avanzar.
Siempre de frente, Tracy
EliminarUn abrazo.
Vamos imitando al río, avanzando sin probabilidad de regreso, ni un tramo pequeñito siquiera.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay vuelta atrás posible: el presente se va haciendo pretérito en cada instante, Sara.
EliminarUn abrazo.
Hay que ser cómo los ríos , no detenerse y seguir adelante hasta llegar a su destino. Hermoso poema. Saludos
ResponderEliminarOtra cosa distinta es el ímpetu de la marcha, Charo, como los ríos: a veces un salto que acelera, otras un remanso que se mece en el meandro. Gracias siempre.
EliminarUn abrazo.
Unas refrescantes aguas, puro placer para la vista.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Antonia, por tu visión en imágenes.
EliminarUn abrazo.
Con determinación, valentía y constancia hacia delante...superando miedos, dudas y tristezas.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable, Francisco.
Cada medida que tomamos lleva algo de nosotros, María Jesús.
EliminarUn abrazo valiente y constante para ti.