Era oronda, como con hiperplasia;
pero era fuente de plata desbordada,
quizás bruñida en un crisol.
Bajó a bañarse al Mediterráneo
y las olas levantaron un blindaje
a su desnudez con pantallas impenetrables,
mientras un corro de delfines
hacía de la noche un espectáculo.
La noche, a fuer de luz, fue menos noche,
los sueños sopor truncado,
y la vigilia una fiesta colmada y fértil
en imágenes fantasmales e inverosímiles.
La realidad es esa sorpresa insospechada
y hasta superada. No era una noche común:
un nutrido corro de estrellas,
una inmensa cascada de luz
cubría carrera y escolta con su estela,
como pilar inmaculado que más que mostrar,
sugiere todo un mundo interior:
Una luna llena vista desde la orilla del mar, siempre es hermosa, sea en Marbella o en cualquier otra parte de mundo, lo más próximo a mí es Motril.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa gran luna llena, que hemos observado de noche, ha sido una buena fuente de inspiración, para este último poema.
ResponderEliminarUn abrazo.