MIRANDO AL CIELO

Atardecer en Chipiona desde la Cruz del Mar

Como el cielo enmudece al anochecer,

así la esperanza en ser salvados

de tanta mentira de oradores vacuos

y salvapatrias que se miran su propio bolsillo

y no el pan nuestro de cada día.

Mirando al cielo,

me encomiendo y digo:

dame vista para disfrutar del dibujo de las nubes,

pero que éstas no sean de malos presagios;

que los recortes sean como la poda

de un árbol frutal,

que hace accesibles a las ramas

y más generosas en sus dádivas;

que ni la prima, ni la sobrina, ni la hermana,

que ningún pariente corra riesgo;

tampoco la viuda, ni el huérfano, ni el extranjero…

Sálvanos de mentiras y patrañas

edulcoradas como fruto apetecible de beldad, 

revestida con el oropel de la falsedad.

¡Sálvanos, oh, cielos!

de tanto corrupto y danos un panorama

despejado y empedrado de esperanza.

Como el cielo enmudece cada anochecer

y la mañana viene a renovar

las ilusiones truncadas y a enderezar los caminos,

renuévanos con firmeza;

revístenos de honestidad, de honradez,

de compasión, pues estamos errantes

mientras el becerro de oro se ceba,

muge y se relame de ambición,

mientras el pueblo  muere de sed.

Mirando al cielo me pregunto:

¿quién resistirá esta travesía?