Cuando tú y yo éramos
dos radicales libres sin reactivos
y vueltos de espalda.
Cuando ni en sueños
la fantasía tejía mimbres
sobre los que encaramarnos.
Cuando la tarde era
un monótono pasar página
y la mañana un bostezo renovado.
Cuando en tu mirada anidaba
una anodina esperanza
que me pasaba desapercibida.
Cuando hoy cierro los ojos
y veo con claridad
el camino que me trajo
a este hoy que compartimos…
Cuando el destino
se hace el encontradizo,
huelgan las cavilaciones.
El cuando, es el pasado que te ha marcado lo que hoy uno es.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sin dudas, Emilio. Uno suele mirar hacia detrás porque cuando mira hacia adelante no ve, pero hacia atrás recuerda todo lo sucedido.
EliminarUn abrazo.
Ese cuando ha sido todo un éxito en esa vida que tienes compartida, que Dios os bendiga . Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu generosidad, Charo.
EliminarUn abrazo.
El ayer y el hoy unidos por siempre...con el destino como cómplice, Francisco...Nada es casual, todo tiene un sentido, aunque a veces no lo veamos, porque somos humanos y limitados...Muy bello en su expresividad y sentimiento.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz domingo.
Todo está entrelazado. Podemos no conocer los vínculos, pero todo forma parte de un mismo soplo. Gracias infinitas, María Jesús.
EliminarUn abrazo.