La verdad es ese astrágalo
indeformable, duro de roer,
esa vianda en su punto
que a veces se nos atraganta
como indigerible,
que provoca repulsa
y te coloca en el precipicio
de la duda. La sutil sospecha
por desacostumbrada.
En cambio la mentira,
con su sayal ornamentado de fiesta
y el tacto verosímil al uso,
ese lucido vestir a la moda
y el sabor picante de lo inesperado,
que primero entra por los sentidos
al tiempo que se apropia
de la voluntad. No. Yo no.
En absoluto me siento preparado
para discernir previamente
esas materias,
y de eso palos, la suerte
de una retahíla de batacazos.
Es lo que están consiguiendo, que no sepamos discernir la verdad de la mentira, por ello es mucho más facil tenernos controlados.
ResponderEliminarUn abrazo.
La virtualidad se ha instalado en todas las esferas y así no hay forma de tener certezas en nada. ¡Qué pena, Emilio!
EliminarUn abrazo.
Haces poesía de todo, eres increíble. Un abrazo
ResponderEliminarNo sé si logro hacer poesía, Chelo, pero te prometo que me hace meditar.
EliminarUn abrazo.
La mentira la disfrazan de mil maneras y saben bien adornarlas, para que todos caigan en su trampa.
ResponderEliminarFeliz fin de semana. Un abrazo.
Así es, y lo malo es que parece que nos vamos acostumbrando sin renegar de ellos.
EliminarUn abrazo.
Por muy cruel que sea la verdad y muy agradable la mentira siempre me quedaré con la verdad... DETESTO LA MENTIRA. Saludos
ResponderEliminarTenemos que tener en cuenta, Charo, que a primera vista nos engañan, así que lo previo es averiguar qué esconde cada pose.
EliminarUn abrazo.
Intuyo que hablas de políticos.
ResponderEliminarY pues sí, los hay muy mentirosos. Los no mentirosos son excepciones.
Abrazos.
Intuyes muy bien, Sara.
EliminarUn abrazo.