Noche cerrada,
desnudez, sombras tupidas
que se entrelazan abigarradas,
anonimato, sonoro secreto.
Ausencia como denominador común,
calma y desasosiego para otros.
Adoquines silenciosos, fieros
cuando unos pasos se acercan;
desnudez, esencia en vigilia
y oscuridad como respuesta.
Media docena de noctámbulos
envueltos de sus jactancias
buscan jocosa diversión.
Un marginado hace imaginaria
en un soportal
envuelto en sus raquíticas pertenencias.
Dejó de respirar,
pasaron de largo
sin ser descubierto.
La noche cerrada, a veces,
es un manto que abriga y protege
el desamparo de quienes nada poseen.
Noche cerrada, a veces,
un cobertor de sombras
que protege al desvalido.
Ojalá las noches de frio fueran un cobertor para los que tienen que dormir en la calle.
ResponderEliminarUn abrazó
Y si no puede ser, Emilio, que a todos nos toque el corazón y ayudemos a esas criaturas a pasarlo menos mal.
EliminarUn abrazo.
Una cruda realidad la que descibes. Un abrazo
ResponderEliminarNo todo lo que vemos en la calle es agradable y placentero, Chelo.
EliminarUn abrazo.
esas noches donde no existía el miedo...
ResponderEliminarabrazo
Que triste tienen que ser esas noches para los que la tienen que pasar a la intemperie... también en la noche la soledad se hace más dura. Saludos
ResponderEliminarLa noche sirve de lecho y al mismo tiempo de techo al mundo y al ser más vil, que en dulce paz desea dormir, Francisco...Una noche y mil historias, que en silencio también son gritos de luz...
ResponderEliminarMi abrazo entrañable, amigo poeta.
Y todo eso se puede apreciar, sin salir de casa. Bien resguardado entre las cuatro paredes, se puede todo esto apreciar , con tan solo mirar por la ventana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué hermoso poema, la noche y sus misterios más escondidos, todo y nada para muchos. Excelentes metáforas. Un abrazo Francisco.
ResponderEliminar