Pasa
dejando su mácula. Pasa dejando el peso de los años a su paso, en una cuantía
que me acerca al borde del área. Mi farmacéutica, donde compro tanto como en el
super, me trata con mimo y emplaza a vivir el engaño a Cronos: “¡Quién lo
diría! ¡No aparentas esa edad! ¡Estás muy joven!” Gracias, Raquel, por poner un
visillo entre mi mirada y el espejo, ya que no puedes engrasar las rótulas y
evitar los chirridos artríticos. Como la historia, a base de páginas se cosen
unos cuadernillos a otros hasta formar un volumen y en ellos se mezclan las
sonrisas y las lágrimas, la alegre inconsciencia, los sinsabores y el gustillo
profundo de los gozosos logros. Con los años, uno viste un sobretodo por encima
de lo acostumbrado para la época del año: se dulcifican las altas temperaturas y
se recrudecen los inviernos. Ya no es estridente un chaleco en verano y sí las
sandalias; hasta se han acelerado los semáforos y parecen pistas de atletismo,
marcas imposibles de alcanzar. No es posible abrir el perímetro de una esfera
ni volver a planchar el pliego arrugado. Todo va dejando su sombra y ésta
amarillea. Se queda el reloj sin pilas, ahítas de segundos; pero no es posible
detener el paso del tiempo y va dejando un poso a su paso como de desaceleración,
en contra de la velocidad extrema de este tiempo presente. Pesa el tiempo que
pasa. Pesan los años y sólo el alma es liviana como si quisiera elevarse por
las barrocas cornisas de lo sublime.
El tiempo es así de gracioso y oportuno.
ResponderEliminarBuen domingo, Paco. Un abrazo.
Hay gracias que no la tienen ninguna gracia, pero así son las cosas, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Ayer, emitieron por Movistar, una película que refleja muy bien la vejez y especialmente la soledad, su título "Un hombre llamado Ove", hermosa película, no quiero destriparla por si puedes verla.
ResponderEliminarSaludos
No la he visto, pero trataré de hacerlo: creo en tus criterios, Emilio.
EliminarUn abrazo.
¡Ven, que te 'via' arreglar el cuerpo!. (bromita)
ResponderEliminarAbrazo
¡Mano de santo!.
EliminarQuizá sea así. La ciencia médica no se atreve a seguir y el acupuntor dice que sólo puede aliviarme. Estoy buscando esas santas manos, Merche.
EliminarUn fuerte abrazo.
A veces, como esta vez, se me va el santo al cielo, y riendo de mi misma por lo que pasa por mi cabeza y sólo entiendo y río yo, me sale un humor obrero, díscolo, irreverente y travieso. Disculpa por la incontencion nada personal.
EliminarGracias por tu tolerancia.
Un fortisísisimo abrazo
No hay nada que disculpar, Merche. Entiendo que cada uno debe ser libre de escribir lo que crea oportuno, a condición de no faltar a nadie el respeto y las buenas formas. Exprésate libremente.
EliminarUn fuerte abrazo.
“¡Quién lo diría! ¡No aparentas esa edad! ¡Estás muy joven!”
ResponderEliminarY puesto que has recordado la primera vez que nos vimos sigo con ello ...Te acuerdas que te dije algo parecido a esas palabras. Un abrazo
Lo recuerdo, Chelo. Claro que lo recuerdo. Esta mañana, después de haber comentado, he vuelto a pasar por allí del brazo de Pepita.
EliminarUn abrazo.
¡Ay, Paco! Los años a nuestra edad han tomado carrerilla y nos adelantan por derecha e izquierda, quizás porque vamos más lentos. Los dolores ya no se alejan, tan solo se cambian de "lau", como decimos por estos lares. Me gustaría repetir en algún momento el encuentro de aquella tarde noche madrileña, pero cada vez nos quedan menos oportunidades. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarOjalá ese encuentro del que hablas se convierta en realidad. Te invito a venir a Sevilla. Posiblemente no paseemos todo lo que sería oportuno, pero la charla y los abrazos no serían pocos. Díselo a Pilar y animaos.
EliminarUn fuerte abrazo.
Es que para que se aliviane el alma y se dulcifique, se requiere de todo lo demás. Y con el alma liviana, no hay dolencia más fuerte que la liberación conseguida.
ResponderEliminarAbrazo siguiente.
¡Cómo sabes tú de la dulzura del alma, Sara! Muchas gracias por tu presencia constante.
EliminarBesos.
Los años pasan y pesan, pero lo importante es que la mente siga lúcida para seguir sintiendo, valorando y creando la vida, como tú lo haces en tus letras, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño, amigo.
Tu valoración me llega al alma, María Jesús, muchísimas gracias por tu cariño.
EliminarMuchos besos.
Pero dicen que si, pasados los cincuenta, te levantas un día y no te duele nada... es que estás muerto.
ResponderEliminarCuando la vida se prolonga mucho años, es difícil que el deterioro físico no se manifieste; pero la vida es un gozo que debemos disfrutar hasta el último día.
EliminarUn abrazo.