En la ciudad no se ven las
estrellas,
ni guiña la luna al entrar
por el ventanuco del pajar
como salmodiando por los
frutos de la cosecha.
En la ciudad, las nubes son
amenazas
que nadie toma en cuenta,
pero nunca, nunca, un
carrusel caprichoso
que juega a las adivinanzas
en sus evoluciones
transformistas.
En la ciudad no hay regatos
cantarines
y lo suplen con fuentes que
no sacian la sed
y que blindan con setos,
como a los jardines;
no tienen valles por donde
se derrama el pasto
y la montaña es un sueño
caprichoso
con regusto a pesadilla.
En la ciudad, el amanecer es
un sobresalto metálico
que hace brincar de la cama,
para usar la hora siguiente
en bostezos polifónicos en
los medios de transportes.
En la ciudad, la vida es un
desapego,
un sinvivir frenético que te
saca de la vereda
y te orilla por el
desfiladero de lo impersonal,
una suerte de cuneta
en la que se encauza el sentimiento
de libertad
y se injertan las
contrariedades y las depresiones.
En la ciudad…
Afortunadamente, casi todas las ciudades están rodeadas de campo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Primero fue la naturaleza, después la desnaturalización. El hombre puede hacer lo grandioso y lo belleco, Cayetano. ¡Voto a bríos!
EliminarUn abrazo.
En las grandes ciudades ocurre eso y aún más, hay quien les gusta vivir en ellas, a mí, no.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cada encuadre tiene sus alicientes, pero el exceso urbano descentra al hombre.
EliminarUn abrazo.
En mi ciudad el campo está a quince minutos a pie. Aún así hay quien coge el coche para salia andar.
ResponderEliminarEn la ciudad media o pequeña se da una especie da simbiosis con ambas cualidades.
EliminarUn fuerte abrazo, Felipe.
También hay parques y jardines en donde se puede divisar la luna. Por lo general, la mayoría de los efificios de la ciudades españolas no son de una altura considerable como el vaso de Nueva York.
ResponderEliminarBesos
Por ejemplo en Córdoba la LLana. La verdad es que cuando se generaliza se suelen dejar algunos flecos sueltos.
EliminarBesos.
Prefiero alejarme del mundanal ruido, del trajín de la ciudad y sus empedradas y bulliciosas calles en busca de la placidez del campo. Lo tengo cerca; tengo suerte.
ResponderEliminarUn saludo
De ese alejamiento hablo, de esa querencia entre lo uno y lo otro. Sigue cantando a tu ciudad, Carmen.
EliminarUn abrazo.
Tu poema acrecienta mis deseos de regresar al campo, allá donde crecí y tan dichoso fui.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tú entiendes muy bien de lo que hablo, Rafael.
EliminarUn fuerte abrazo.
Triste realidad para muchos que radican en ciudades grandes...paso a dejarte saludos y leerte....cuidate.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por acercarte a mi humilde casa, Poetiza.
EliminarSaludos y un abrazo.
En la ciudad se vive en soledad rodeado de gente , en la ciudad pasan tantas y tantas cosas al otro lado del tabique.
ResponderEliminarUn abrazo .
Ya lo dijo de forma magistral Dámaso Alonso: "Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres". Gracias, Chelo.
EliminarUn abrazo.
En tu poema toma consistencia la nostalgia, el miedo, la soledad, el ruído y la deshumanización...La ciudad a veces nos inspira todo eso, pero seguro que todo depende de la perspectiva... Y en la ciudad hay rincones, parques, plazas y lugares entrañables e inolvidables.
ResponderEliminarMi abrazo siempre.
Sin duda alguna que la perspectiva lo es todo. Siempre hay un ángulo desde el que apreciar las cosas y otro desde el que criticarlo o rechazarlo. Gracias, María Jesús.
EliminarUn abrazo.