Crece en la espesura o en soledad,
ni se deprime, ni se estresa.
Crece. Crece incesantemente
en todas direcciones,
tanto en altura como en profundidad,
y se ofrece como sombra que cobija,
que acoge cual símbolo de firmeza
y como aspiración a lo inalcanzable.
Las raíces del hombre no penetran
el subsuelo, pero transpiran
por la genética de los ancestros
y reciben un legado que asume
o rechaza, pero la hará sombra
a lo largo de todos sus días.
Hay árboles que no dan frutos
o que sus dones no son digeribles
por el género humano.
Hay personas que ni siquiera dan sombra,
que vegetan sin más,
que son una rémora para el resto,
pero se quejan con la monotonía
con que los pájaros cantan,
como canta el arroyo y la brisa.
El árbol, siempre erguido y majestuoso,
es símbolo de permanencia, de constancia,
de perseverancia y de solvencia.
El hombre, con demasiada frecuencia,
se mueve y conmueve por interés
de lo inmediato, por meditada ventaja.
Un paralelismo que es divergencia,
un reino vital donde el hombre
se cree superior a cualquier especie,
sin comprender las ligeras diferencias
que más que separarnos nos une
a la mano única que bosquejó el todo.
Será por el hecho de sentirse superior por lo que el hombre le pega fuego a ese/esos majestuosos árboles.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quien se siente superior al resto de la naturaleza es porque la desconoce, y quien la ataca es un absoluto irresponsable.
EliminarUn abrazo.
Magnífica reflexión y comparación del hombre con el árbol...y cuanta verdad hay en tu poema. Saludos
ResponderEliminarEso que tú destacas es lo que he intentado. Gracias, Charo, por tus palabras.
EliminarUn abrazo.
Me encantó Francisco
ResponderEliminarEl árbol que cumple sin dudar la misión para que fué creado a la perfección, sin tener en cuenta las maldades que a veces hacemos los humanos
¿superiores? a veces deberiamos humillarnos ante tanta grandeza que nos rodea
,Reflexión en tu poema
Un abrazo
Muchísimas gracias, Stella. Eso que dices es justamente donde yo quería llegar.
EliminarUn abrazo.
El árbol y el hombre frente a frente...La humildad y generosidad del árbol frente a la soberbia y egoísmo del ser humano. Ellos son maestros de la naturaleza, que nos dejan sus valores y debemos mirarlos siempre con respeto, gratitud y amor, Francisco...Buen poema.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz semana.