Me doy cuenta. Mi memoria es ahora
una cama elástica donde todo rebota,
hace una pirueta y se encarama
fuera del alcance de lo manejable.
Quizás sea como un frontón
que acoge y no rebota, que acapara,
que no devuelve nunca la pelota
y ni siquiera me ayuda a llevar el tanteo.
Los años son un trampolín
desde el que asomarse da vértigo
y lanzarse al agua puro pánico.
Como el ordenador o el teléfono
tienen memoria limitada,
vivir muchos años equivale
a un embotamiento donde lo reciente
resulta extraño y la infancia
sigue escrita con tinta indeleble
y con pocas tachaduras.
Tu lo has dicho, es lo que tiene vivir muchos años.
ResponderEliminarUn abrazo.
Son los desgastes naturales, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Es. Pero el no vivir
ResponderEliminarTengo muy cerca a un matrimonio amigo que los dos andan por ese camino y es una verdadera pena.
EliminarUn abrazo.