Conocía cada pisada del camino,
cada huella,
cada brote nuevo
o la frustración no certificada
de uno tronchado por accidente.
Silbaba la música del viento
y el surtido de cantatas
en las ramas y en las hojas.
Era conocedor de todos los vuelos,
de todos los plumajes
y de todos los trinos;
sabía distinguir a las madres
y las blindaba con todo respeto.
Experto en flor y en fruto,
ponía su tacto al servicio
de una poda eficaz, no agresiva,
porque aplicaba su dulzura
a cuanto manejaba.
Bajo su boina,
una mirada franca y bonancible;
y un poco más abajo,
una sonrisa apaisada
que todo lo sellaba.
Así era Juan. Así era mi padre.
Precioso poema para definir a tu padre. Un abrazo Francisco.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Rafaela.
EliminarUn abrazo.
Que hermoso homenaje a tu padre y que cosas tan bonitas dices de él. Saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
Al final de una vida , eso es lo que cuenta. Sin duda alguna, todas tus alabanzas, se las tiene merecidas.
ResponderEliminarFeliz fin de semana. Un abrazo.
Desgraciadamente su final vino muy pronto, a sus 54 años. Era un ser extraordinario, Antonia.
EliminarUn abrazo.
Y lo conocí en otra entrada y me encantó.
ResponderEliminarQué sonrisa más abierta y franca tiene!
Es cierto, use esta misma foto en otra entrada que ahora no recuerdo.
EliminarUn abrazo.