Allá al sur está la mar,
y escorándose al poniente,
el Peñón de Gibraltar.
Al fondo de dicha escena
la cordillera del Atlas,
con silueta agarena.
Agua y sal, olas de nácar
con su rítmico vaivén,
donde la luna se baña.
Costa del Sol reluciente,
una joya natural,
un amor siempre latente.
Marbella, diosa del mar,
imagen de mi ventana
de un lejano despertar.
Los veranos de mi vida,
desde la remota infancia,
En la costa Mediterranea hay muchas diosas, Marbella es la tuya que tiene tus recuerdos de juventud.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tengo en mi escritorio una fotocopia en blando y negro de la orla de ingreso a primero de bachillerato, de 1956. Por supuesto que ya no queda ningún profesos, pero de los alumnos faltan más del 50%. Son vivencias irrecuperables, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Hermoso poema...y una pena no conocer Marbella.Saludos
ResponderEliminarDesde el punto de vista del que escribo puede ser cualquier lugar. No hay ninguno superior al otro, sino aquello que eleve a uno a lindos recuerdos.
EliminarUn abrazo, Charo.
Paisajes y recuerdos unidos en el tiempo y haciéndose eternos, Francisco...Somos naturaleza, tierra, mar y cielo nos acompañan siempre en nuestra vida...Muy bello e inspirador. Te felicito por ello.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz fin de semana, amigo.
Sacame de los spams por favor.
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