Se le espera envuelto
en el celofán de la esperanza
y con un lazo rojo satén
acabado en airosa moña.
En las ensoñaciones,
se le ve llegar con ritmo alegre
y precedido de la banda municipal,
al son de alegres pasacalles.
Ya llega. Ya se le intuye
tomando el desvío
que le conduce a nuestras plantas.
Se le supone con lujosos entorchados,
aunque a veces,
llega vestido de andrajos
del ropero de la caridad
y con gesto lastimoso.
El porvenir,
es un futuro imperfecto
que casi nunca cuadra
La palabra ya lo dice, por-venir, que puede venir o no.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo que está por llegar no es seguro hasta que no se haga presente, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Bellas y originales metáforas para ese porvenir que puede ser un regalito envuelto en celofán, un personaje o bien un ser andrajoso...Lo cierto es que siempre nos sorprende, como bien dices...Por tanto lo más importante es vivir plenamente el presente, sin grandes expectativas.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable por tu creatividad literaria, Francisco.
Muchísimas gracias, María Jesús, por lo bien que me lees siempre.
EliminarUn abrazo.
Dejemos el por venir y centrémonos en el presente que es efímero.
ResponderEliminarA veces perdemos las fuerzas en lo que está por venir y nunca llega.
EliminarUn abrazo.
Ese futuro es tan incierto y dudoso que mejor quedarnos con el presente que es lo que tenemos seguro.Saludos
ResponderEliminarNo cabe dudas. El futuro, con frecuencia, no llega nunca.
EliminarUn abrazo.