Esas pisadas, ese rastro inconfundible…
Alguien me precede y deja su impronta,
la transitoriedad de su rúbrica
y el sentido de la marcha.
Por las dimensiones es un hombre,
ni mujer ni niño, tampoco un coloso.
No quiero borrar su firma nocturna,
ya se ocuparán las olas de subir,
olisquear y borrar;
las olas lo hacen todo nuevo en la playa.
Siempre hay alguien que nos precede,
que tomó la misma senda
y puede que hasta el mismo destino.
Tendemos a pensar que inauguramos
lo tantas veces repetido.
Chillan las gaviotas y husmean,
buscan restos donde solo hay pisadas,
huellas leves que serán olvido.
No es fácil dejar huella
de nuestros pasos por la vida,
pero la playa es un ensayo
de inmortalidad transitoria
y, como todo lo humano,
también efímera.
¿Dejar huella?, en un par de generaciones, somos olvidados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, Emilio, somos seres en tránsito y el olvido es nuestro destino.
EliminarUn abrazo.
Cómo siempre, bravo, he pasado por aquí para saludarte después de tanto tiempo, espero todo bien, es mi deseo de qué sea así. Bendiciones y gracias.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Montse. Solo un poco más viejo, pero bien.
EliminarUn abrazo.
Y que agradable que resulta dar un paseo por la playa cuando no calienta el sol y dejar tus huellas en la arena. Saludos
ResponderEliminarA primera hora, antes de que el sol hiera, es el momento más apacible.
EliminarUn abrazo.
A primera hora, cuando apenas el sol está despertando.
ResponderEliminarUn abrazo.
Caminante no hay camino, son tus huellas el camino y nada más...(como decía Machado). Cuántas huellas y cuántos caminos hasta llegar a la meta, Francisco. Unos detrás de otros y todos unidos has el final...
ResponderEliminarMi abrazo entrañable, poeta.