Un morito pide pan,
yo me hago el desentendido
y lo miro con desconfianza.
Un extranjero ostentosamente rico
pide visado y residencia,
yo aplaudo la diligencia
con la que la Administración
allana los caminos.
Un grupo de japoneses
sigue al de la banderita
camino del tablao
y admiro el gusto de los nipones
por el flamenco.
Un negro vende pañuelos de celulosa
en el semáforo
y reniego de él y de todos los colores,
también de los políticos blandengues.
Una orquestada banda de africanos
vende copias de bolsos de marcas
y maldigo la mafia que la sustenta.
En el prostíbulo, la sabrosura caribeña
agitando las caderas
al ritmo que le han impuesto
y en silencio se mortifican
en pago del pasaje.
Yo digo: ¡Carne fresca!
En la agricultura intensiva
mano de obra barata,
manos de muchos colores y procedencias:
miro para otro lado
y me quejo de la cesta de la compra.
En la mente los ideales
y en el corazón la hipocresía.
Hoy hemos coincidido en el tema, la migración, la hipocresía y hasta cierto punto de miedo.
ResponderEliminarSaludos
No es difícil la coincidencia. Con la vara que nos están dando, no es para menos.
EliminarUn abrazo.
Que gran verdad has descrito...poderoso caballero es Don Dinero. Saludos
ResponderEliminarGracias, Charo, por tu actitud solidaria.
EliminarUn abrazo.
Nos quejamos y los hay peores, esa es la verdad. Mano de obra regalada, aprovechándose del trabajador, cada vez más dificil se está poniendo todo, luego decían de los años de los abuelos, no se yo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo desastroso, María, es que habiendo más gente trabajando que nunca, muchos de ellos no llegan a final de mes.
EliminarUn abrazo.