Día oscuro, amenazante, tormentoso.
La Sierra Blanca vestida con tules grises
y las embarcaciones sujetas a puerto:
un amarre general y muy mal tiempo
que lo justifica con toda firmeza.
No ha llegado a llover, pero la reclusión
es generalizada y justificada.
Mientras se espera el desenlace,
corroborado por los informativos,
los cielos derraman la caja de acuarelas
y se despliega una bandera multicolor,
de forma tangencial sobre el faro
y la tarde se viste de ilusionante esperanza.
Cada vez quedan menos personas que los atienden, los fareros, es un profesión a extinguir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las nuevas tecnologías están suplantando muchas profesiones, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Hoy es un día raro.
ResponderEliminarNosotros hemos estado hoy en Málaga y el tiempo era irreconocible.
EliminarUn abrazo.
Por precaución es mejor tener las embarcaciónes amarradas..
ResponderEliminar¡que bonito lo cuentas en tu poema Francisco!
Un abrazo
Muchísimas gracias, Stella.
EliminarUn abrazo.
El faro es la luz, que ilumina al marinero, para encontrar el camino de regreso al pueblo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa es precisamente la misión, Antonia. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Hay que ser precavido en esta vida y más si se acerca una tormenta, yo también amarraría mi barca de tenerla. Un bonito poema acompañado de una imagen preciosa. Saludos
ResponderEliminarMás que nada, Charo, te agradezco sentirte a diario junto a mí en todo lo que escribo. Muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo.
Qué bien has reflejado los cambios del día...La tarde se despide esperanzada, mientras el faro cumple su misión...Muy bello, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz fin de semana, amigo.
Muchas gracias, María Jesús, por tus bellos comentarios y el mucho afecto que destilan.
EliminarUn afectuoso abrazo.