Cuando Julio Cortázar me
felicitó
con palabras hueras por el
relato
con el que le atraqué su
intimidad,
en la bandeja donde le serví
el desayuno,
me dejó tal incertidumbre
que nunca pude tomar en
cuenta
aquel elogio de manual de colegio
de pago,
sino más bien como un “toma
y aprende”
al regalarme firmado uno
de sus libros.
A pesar de todo, lo sigo
intentando
sin conseguirlo hasta el
momento,
y guardo su gesto como un
tesoro
que desciende desde su
altura a mi nada.
Yo también tengo una deuda con el, intentar terminar uno de sus libros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todo un logro de tu parte lograr que te firmara un libro. Saludos
ResponderEliminarCreo que fue un detalle inolvidable, que sigues valorando y sería muy bueno, que si aún guardas tu relato, nos lo mostraras para disfrutar de él, Francisco.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo admirado por tu fidelidad a las letras, amigo.
Feliz semana y mi ánimo siempre.
Lo tendrás guardado como si fuera un tesoro. Me alegro de que lo tengas.
ResponderEliminarBesos.
UN HONOR QUE NADIE TIENE.
ResponderEliminarYo soy de los de Emilio.
Su altura es diferente a la tuya, no por eso dejas de ser "alto". Te felicito. Bien atesorado está. Un gran abrazo
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