17 noviembre 2022

YO VI



Yo vi cómo se acercaba.

Lo hacía con parsimonia,

con suma delicadeza,

como quien sigue un guión escrito

y no quiere olvidar ninguno de los matices.

Primero dudé si sería el olfato

o la vista la causante de su excitación.

Se acercaba con la mano encogida,

como quien teme lastimar

o dislocar la paz reinante;

entornaba los ojos

queriendo busca mayor nitidez

y al poco reanudaba el acercamiento.

Sí, es el olfato sin dudas.

Poco después fue extendiendo su mano

como quien trata de acariciar

el aire que la circundaba.

Regresaron las dudas.

Mira sin ver. Es la vista.

Tuve la certeza de encontrarme

ante un acto de amor,

al que de alguna forma estaba profanando.

Estaba a punto de poseerla,

su dedicación y esmero

no dejaba ningún resquicio a la duda.

Le temblaban las manos

como dos palomas en vuelo,

la vista la tenía fija o perdida

y todos sus sentidos centrados

en aquello que perseguía.

Finalmente, al tratar de acariciarla,

sintió la punzada de un aguijonazo

y aprendió que las rosas

son para admirarlas y no violentarlas.

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