La noche, deriva hacia la
nada.
Se encierra la luz tras un
paréntesis
y todo, absolutamente todo
es perplejidad aplazada
que se pliega sobre sí
misma.
Tras los visillos opacos
circulan las dudas como
centellas en huida,
dejando tras de sí
quebrantos transitorios.
Algunos se licuarán al
alba,
otros serán cicatrices
en el expediente de la
memoria,
como una obsesión con coda
que devuelve las visitas.
Se reduce lo físico al
tacto,
se agudiza el oído,
se duplican los miedos
y se acrecen los castillos
inexpugnables
en la mente,
como suele expandirse la
niebla
en la madrugada
y se hace más intensa al
amanecer.
Dudas, miedos, agitación,
aplazamientos acumulados,
tareas inconclusas,
agobiantes, exigentes.
Tan solo una aproximación,
una semblanza, a grandes
trazos,
entre la luz y la
oscuridad,
entre tu gallardía y mis
miedos.
Muy cierto lo que describes en tu poema...que tendrá la noche para producir todos esos miedos y congojas ? Y encima todo se acentúa cuando se vive en soledad.Saludos
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