No es fácil,
hay algo en cada uno de
nosotros
que nos agiganta, que nos
encumbra
en el lugar que creemos
merecer;
pero somos tan benévolos,
tan generosos al
valorarnos…
El otro es esa basura pestilente
que no reconocemos en
nosotros
pero anida en nuestro
corazón,
esa imagen que nos
devuelve el espejo
y que juramos y perjuramos
que no lleva nuestros
genes.
Ser responsables exige
revestirse
de las circunstancias del
otro,
ceñirse sus vestiduras,
compartir su sed
y mitigar su hambre
en circunstancias
similares,
caminar con cansancio para
no perecer de frío,
ser víctima del desprecio
de las masas,
no ser persona salvo en
los papeles,
un número en las
estadísticas de la exclusión.
Ponerse en el lugar del
otro
no es tomar su posición de
privilegio
para medrar y seguir
avanzando en la sociedad
a costa de lo que sea,
es coserse a su costado
y crear estabilidad donde
está sonando la alarma de
naufragio.
Hay quien si sabe ponerse en el lugar del otro, pero muchos de los que controlan el mundo no saben ni lo que es ponerse en el lugar del otro y si lo hacen es desde posición de poder y de decir, aquí se hace lo que yo digo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así debería de ser. Si todos nos pusiéramos en el lugar del otro en vez de ser tan egocéntricos que bien se viviría en este mundo, sería la antesala del mismo cielo.Saludos
ResponderEliminarLa empatía y la solidaridad faltan en grado sumo, Francisco...Nuestro mundo adolece de egoísmo...Cuánto tenemos que aprender todavía, amigo...Cuánto tenemos que aprender...!!
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y mi ánimo, poeta.