Los besos, como el timbre,
sellos del amor,
una golosina que apenas pasa
y apenas pesa,
pero un valor
sin el que no se
trasciende
ni certifica o garantiza
ninguna entrega.
En el beso mueren las
palabras,
el enmudecimiento es casi
audible,
todo gestualidad.
Es la confirmación del
torrente eléctrico,
de las miradas fundidas
y la escritura notarial
que avala el empeño en el
futuro.
Los besos, sol de medianoche,
despertador al alba,
puro tacto sin medida,
bocas entrecruzadas que
prometen
eternidades
y atardeceres paralizados
que se eternizan sin
medida.
El beso, fusión de dos en
uno,
de una búsqueda
y su encuentro en la corta
distancia:
cruce de silencios
que se dicen todo en medio
de gemidos.
Me encantan los besos de mis nietos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sin duda los más tiernos, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Describes los besos de amor de una forma preciosa y muy romántica ... pero el resto de los besos también son maravillosos.Saludos
ResponderEliminarQué bonito los has descrito.
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