Perdóname por esta
búsqueda incesante,
por quedarme esperando
desde el momento mismo de
la despedida,
por lo insaciable de mi
complacencia,
que jamás se colma ni se
sacia.
Perdóname por enlazar tu
adiós
con mi bienvenida,
por el tiempo desbordado
que con ansias te reclamo
y también te entrego.
Perdóname por esperarte
desde el alba a la madrugada,
por desvelarme buscando tu
tacto
en la oscuridad de los
sueños
e imaginando tu mirada
complacida.
Perdóname por maquinar,
sin límites horarios,
y el piloto automático a
pleno rendimiento,
que ni duerme ni hace por
descansar,
aunque sí sueña ininterrumpidamente.
Perdóname. Perdóname.
Perdóname.
Por esas cosas, seguro que te perdona.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esos deslices son perdonables siempre.
ResponderEliminarFeliz semana Paco. Besos.
Francisco todas esas acciones que mencionas no hay que tenerlas nunca en cuenta.Saludos
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