Me despertó el rumor de las
olas,
ese vaivén incesante
con el que la mar juega
a hacer que se sale del
plato azul
como si quisiera trasponer
al otro lado de la duna.
Esa música siguió
acariciando mi oído
durante ese tiempo
indefinido
del duermevela,
mientras me desperezaba
y desembarazaba de las
sábanas.
Anticipo vivido. Tal vez
soñado.
No estoy seguro de ese
tiempo incierto
hasta salir de la cama
y restregarme la cara con
agua y jabón.
Ya en la playa, ese repelús
de las primeras luces
desperezándose
por entre el cielo y el
agua,
premonitoria de un día
despejado.
En los pies desnudos la
caricia del agua
y esa leve resaca que juega
y adentra
para desequilibrarte e
improvisar el baño.
No hay meta. Andar de frente,
hacia el levante,
hasta que los rayos de sol
hieran en los ojos y haya
que dar la vuelta.
El ocio es siempre
caprichoso,
pero si se busca en la
naturaleza
y en las cosas sencillas,
es doblemente reconfortante:
ahí está la banda sonora de
lo ancestral
y también lo conocido y
eterno.
"La banda sonora de lo cononocido y eterno". Nada cambia, solo nosotros y nuestra manera de percibir las cosas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Nuestra manera de percibir las cosas es tan lenta como la evolución de las especies, por eso cada individuo tiene bien complicado apreciar en sí mismo diferencias.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
¿Ya estás en la playa?.
ResponderEliminarUn abrazo.
No me faltan ganas, pero todavía estoy en la ciudad. Es la memoria la que a veces trabaja a mis espaldas, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Qué suerte tener la mar tan cerca. A disfrutarla y sentir en los pies la caricia de la espuma fría. Que tengas una linda semana junto con tu esposa.
ResponderEliminarAbrazos
Si has estado alguna vez, su guardas su recuerdo, puedes revivirla cada vez que quieras, Isa.
EliminarUn abrazo.
Ya me gustaría a mí despertarme con el ruído de las olas del mar y dar una caminata mañanera por la orilla de una playa con los pies descalzos cuando todavía el sol no calienta.Has descrito tan bien tu caminar que me has hecho sentir que lo estaba haviendo yo.Saludos
ResponderEliminarPues si has sentido así me doy por satisfecho, Charo. Escribo para mi, pero también para compartirlo, por eso me alegro que lo hayas vivido en primera persona.
EliminarUn abrazo.
No sé si es que has estado recientemente cercano al mar o lo has soñado...sea como sea has compuesto un gran poema.
ResponderEliminarBesos
Es que a estas alturas del calendario lo echo mucho de menos y tiro de memoria. Muchas gracias, Antonia.
EliminarBesos.
Para una persona que le guste el mar, no hay poesía más verdad que la que tú has hecho.
ResponderEliminarGracias por representar aquello en lo que creo.
¡Oh, que honor representarte! Gracias, querida Tracy, por tus alentadoras palabras.
EliminarUn abrazo.
Que bello es sentir las caricias de las olas del mar, que bello poema amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra, por tus palabras.
EliminarUn abrazo.
Imagino los pies hundidos en el vaivén del agua. El caballero andante por la orilla. El sol que se levanta por levante, preciosa la imagen que describes.
ResponderEliminarSalud, Francisco.
Anna Babra