Con la ayuda de Arquímedes
llegué a comprender la
flotabilidad
y ese empuje vertical y
hacia arriba,
principio de una estabilidad
que sin su ayuda me era
incomprensible.
Pero levanto los ojos al
cielo y me pregunto,
¿En qué roca, en qué
amarras, en qué arnés,
quién sujeta o qué lo articula
y sostiene?
¿Cuál es el causante de que
se sustente la bóveda del cielo?
¿Por qué viales circula cada
estrella,
cada cometa, cada planeta?
¿Con qué energía? ¿Dónde
repostan
y qué expertos conductores
manejan sin error las
autovías del cielo?
En la noche de mi ignorancia
no hay corporeidad ni masa
que levite,
no hay tendido eléctrico,
no hay consumo ni factura; tan
solo equilibrio.
Cambian una y otra vez los
planes de estudios,
pero a mí todo llega tarde:
debe ser cierto
que no se baña uno dos veces
en el mismo río.
Uno puede que no se bañe en el mismo rio, pero si en el mismo cauce, modos distintos de ver las cosas.
ResponderEliminarEn cuanto el conocimiento del Universo, somos demasiado pequeños para alcanzar su saber, ¿lo conoceremos alguna vez?, no creo que descubramos el misterio.
Un abrazo.
También creo que es inabarcable, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Una lluvia de inquietudes astronómicas, mientras una estrella coqueta le guiña el ojo a un lucero. Este no la percibe, porque está a años luz y embobado con las preguntas de un poeta terrícola.
ResponderEliminarAbrazo.
Tienes conmigo una ternura especial, Sara, y que tanto te agradezco.
EliminarUn dulce abrazo.
Hola Francisco. Nunca me hice esas preguntas porque sin respuestas me vuelvo loca. Yo soy de las que deja que sucedan las cosas. Somos una pequeña partícula que puebla la tierra, enferma, envejece al igual que las estrellas, pero ellas duran más que nosotros y no sabemos donde está su cementerio. Jajajaja, llegamos tarde para esos estudios tan sofisticados.
ResponderEliminarAbrazos
Lo curioso, según he leído, es que aquellos que han avanzado mucho en el conocimiento del universo descubren que todavía desconocen más que antes de iniciarse en ellos.
EliminarUn abrazo.
Muchos fenómenos escapan a anuestra limitada capacidad de comprensión. Por ejemplo tú, que eres todo un fenómeno.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Yo soy un fenómeno de la naturaleza, un tipo raro y achacoso.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Esas preguntas también me las hago yo infinidad de veces y no puedo dejar de admirar esa maravilla que es el Universo y su manera de funcionar sin detenerse....una maquinaria infinita donde todos los elementos tienen su propio movimimiento, todo un admirable misterio para mí.Saludos
ResponderEliminarEl consuelo para nuestra ignorancia, Charo, es que ni siquiera los científicos saben apenas nada del Universo.
EliminarUn abrazo.
Es cierto que cuanto más se sabe, más siente el hombre cuanto le falta...Los científicos desgranan sus teorías, pero siempre surge algo que los desconcierta. El tiempo, que tanto nos preocupa en la tierra, al parecer en el universo tiene otra disposición y sentido. A partir de ahí todo gira con equilibrio controlado por "manos misteriosas"...El Creador es el mago, que desconcierta y mantiene el ritmo y el latido, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable de flores de mayo.
Absolutamente de acuerdo con tus palabras, María Jesús, por encima del conocimiento aparece el desconcierto, la imposibilidad de conocer más y la admiración ante el misterio.
EliminarUn florido abrazo.
Por mucho que se sepa y se haya demostrado, la mente humana tiene dificultad para comprenderlo.
ResponderEliminarUn beso Francisco por traer este tema a colación.
En eso se aprecian nuestras limitaciones, Tracy. Muchísimas gracias.
EliminarBesos.
Siempre habra mas por descubrir y seguiremos sin respuestas. Saludos amigo.
ResponderEliminarEso que dices, Sandra, es precisamente el reconocimiento de nuestras limitaciones.
EliminarUn abrazo.
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