En la casa de mi infancia,
la escalera,
como las del noventa por
ciento
de las calles del pueblo,
era un ensayo de ascensión
a los cielos.
Entre muros del grosor de
aquel tiempo,
una pendiente tan
pronunciada
que parecía una rampa
vertical
sensiblemente echada,
cuyos escalones ─losas rojas
y blancas─
una especie de prueba
atlética
desigual para cada uno de
nosotros.
Entonces era un niño y
recuerdo
subir y bajar a la velocidad
de la infancia
y cómo la mesura de mi madre
tomaba cada tranco con otro
sosiego.
Avanzado el tiempo
y pronunciadas las
fragilidades,
ella evitaba hacer vida
fuera del bajo
y acabó renunciando a las
alturas,
aunque sin mostrar la menor
amargura.
Ahora siento sobre mis
miembros
esa misma fragilidad de mi
madre
y tampoco podría subir
aquella escalera,
y también lo inevitable con
materna resignación,
satisfecho de haber
llegado hasta aquí.
Además, el bajo es más fresquito. No hay comparación.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Eso es cierto, Cayetano. Aquella casa era muy hermosa y pequeña en su humildad.
EliminarUn abrazo.
Cuando uno se compra una casa, adosada o no, quiere que tenga cochera, planta baja donde se encuentre el salón y la cocina y los dormitorios arriba en la primera, todo muy bien mientras las piernas responden, amigos que hicieron eso, hoy tienen que poner camas en el salón porque les cuesta un mundo subir las escaleras. Cuando somos jóvenes nos creemos que así vamos a estar toda la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
No son las mismas necesidades a lo largo del tiempo, Emilio, por eso nos tenemos que ir adaptando, siempre que se pueda.
EliminarUn abrazo.
Como bien dice Emilio Manuel, en su comentario a tu certero y bello poema, no solemos pensar que los años terminan por pasar, afortunadamente, y nosotros ya no somos los mismos.
ResponderEliminarBesos.
Pues sí, Juan, hay un tiempo para cada cosa y nosotros vamos evolucionando a lo largo del mismo.
EliminarUn abrazo.
"Un ensayo de ascensión al cielo" "Subir y bajar a la velocidad de la infancia" me encantan esas dos frases.
ResponderEliminarDe niños todo queda cerca, rápido y accesible.
Un grqn abrazo.
Gracias por ese subrayado tuyo. Celebro que te guste, Sara.
EliminarUn abrazo grande.
Es bonito recordar a esa casa de tu infancia...de todas las que me ha tocado vivir (debido a los destinos de mi padre)la que más gratos recuerdos tengo es la de Barbastro que por supuesto también tuvimos que trasladarnos a otro lugar del que también guardo gratísimos recuerdos de juventud y que ya fué el último traslado....mi querida ZARAGOZA.Saludos
ResponderEliminarEn nuestro caso era una pequeña y humilde casa de pueblo, de donde mis padres nunca se movieron.
EliminarUn abrazo.
Siempre me he movido en un terreno llano desde mi niñes. Eso no quiere decir que no haya subido cuestas, porque en algunos lugares que he visitado había cada cuesta ¡Que se las trae!
ResponderEliminarBesos
Los que hemos nacido en un pueblo como Ojén tenemos el entrenamiento incluido, Antonia.
EliminarBesos.
Yo tampoco podría ahora bajar de dos en dos las escaleras de esta casa. Aparte de que la casa ya no existe...
ResponderEliminarLo importante es ir aceptando la transformación que acarrean los años sin desesperarse.
EliminarUn abrazo.
Una calle preciosa. Mi hija ha venido enamorada de tu pueblo y no me extraña.
ResponderEliminarMe he re´do con lo de la desigualdad de los peldaños, eso no es de antiguo, antes se hacían mejor. Yo vivo en un séptimo y muchas veces subo y bajo andando por ejercicio y es dificilísimo porque los escalones están a distintas alturas y acabas cabreada, en cambio en la playa , que la casa es más antigua puedes coger velocidad de crucero subas o bajes, toso los escalones está milimetrados.
Y tras esta charla que te importará un pimiento, te digo que has hecho un poema precioso del correr de la vida.
Besicos
Un beso a tu hija. Seguro que ha pasado por mi puerta (la que fue). Y a ti gracias por estar un día más a mi lado.
EliminarBesicos.
que bonito sentimiento
ResponderEliminarabrazo!!!
Muchas gracias, Carlos.
EliminarUn abrazo.
Francisco, la actitud es fundamental...La escalera y la cuesta es símbolo del "ascenso al cielo" y más tarde, esa divina resignación de no poder hacerlo, es haber alcanzado ya "un trocito de cielo"
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tus bellas letras, amigo.
Gracias, María Jesús, por la mucha ternura que hay siempre en tus comentarios. Son bellísimos los ojos que leen así.
EliminarUn fuerte abrazo.