¡Ay del agua! Que ha
conocido
el escozor de tus lágrimas,
que se deja embaucar
por la musicalidad de tus
sollozos
e impertérrita se despide en
silencio de la ciudad
y del espectáculo de sus puentes.
¡Ay del agua! Que ha
escuchado tu lamento,
pero desconoce la herida que
lo provoca
y se enraíza en lo más
profundo
de tus sentimientos y la
desazón del mío.
¡Ay del agua! Que arrastra en
la corriente
los girones de tu aciago
pasado
y en su caminar cansino no
hay un descarte
que ofrecer, ni una caricia
que esperar,
ni una mirada cómplice y
comprensiva.
¡Ay del agua! Tal vez
dolida, pero taimada
y adormecida a tu dolor, que
es también mío;
solo un rictus, un gesto quimérico
es la duda que duerme en su
corriente,
del que abrigar una infundada
ilusión.
¡Ay del agua! ¡Ay de ti! ¡Ay
de mí!
El agua pasa. No se queda a contemplar nuestros lamentos. Viene y, sin detenerse, se va. Siempre nos dará la espalda.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
El agua es pasajero de paso, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
El agua, un bien escaso del que ya se están haciendo negocios de alto calado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los especuladores tienen visión periférica y saben dónde hacer negocio.
EliminarUn abrazo.
Lo nuestro es pasar y ojalá fuéramos corriente de agua fresca. Con eso nos bastaba. Un abrazo poeta querido 😘
ResponderEliminarUn abrazo, querida Katy.
EliminarAsí es el agua, no detiene su "caminar" y vence cualquier obstáculo, de esto último deberíamos aprender de ella.Nosotros en nuestro "avance" si que deberíamos parar si vemos a alguien que necesita de nuestra ayuda.Saludos
ResponderEliminarAsí es, deberíamos aprender esa voluntad inequívoca de marchar siempre hacia adelante sorteando los obstáculos.
EliminarUn abrazo.
Ya sabes la frase de Heráclito: Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río.
ResponderEliminarAsí es, de aquellas viejas nociones de filosofía, junto con el mito de la caverna, es algo que no se olvida.
EliminarUn abrazo.
Sí, ¡Ay de todos!
ResponderEliminar¡Ay de Colombia! ¡Ay de Venezuela! ¡Ay de Gaza!
EliminarUn abrazo.
El agua no descansa hasta llegar a desembocar en el mar. Allí acaba su cometido y se funde con el mar en un fraternal abrazo.
ResponderEliminarBesos
Para ti, Antonia, este abrazo salado y besado.
EliminarFrancisco, el agua en este caso es metáfora del tiempo, que pasa, dejándonos su huella, pero sigue adelante indolente a nuestro sufrir. También la personificas, impertérrita, con caminar cansino y adormecido. Una preciosidad, que conviertes en canción, con esa anáfora que se repite a lo largo del poema y que le da un ritmo latente y apasionado...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu arte y profundidad, amigo.
Gracias, María Jesús, por subrayar siempre mis aciertos.
EliminarUn fuerte abrazo.
El agua pasa, como todo en la vida.... Saludos amigo.
ResponderEliminarSolo el amor no pasa, Sandra.
EliminarUn abrazo.