Como campo de batalla
cubierto de valles y oteros,
de imaginarias líneas
divisorias
que sólo el color del
terruño
sabe de sus lindes;
así, toda una división
dispuesta
y en orden de combate
a la espera de la voz de
mando,
bajo la alternancia del
cronómetro
que deja la respuesta en
campo contrario
detrás de cada acción.
Alineación perfecta y
estructurada
por los escaques de
proximidad al enemigo:
al frente, dando el pecho,
un batallón de peones con su
escasa resistencia
y ofensiva de poco alcance;
la inquieta caballería,
con su marcado trote
titubeante
al amparo de las torres
en sus fornidos
desplazamientos
y el oblicuo alfil traza
intimidando
una diagonal protectora
por los entornos de palacio.
La ambidiestra reina hace
alarde de destreza
y el rey otea desde su trono
la evolución,
en espera de salir indemne y
victorioso
sin doblegarse.
Tuve una época de aprendizaje del ajedrez, aún tengo bastantes libros sobre el particular aunque llevo varios años que no hecho ni una partida.
ResponderEliminarTodas las guerras deberían realizarse en torno a un tablero de ajedrez, es una auténtica batalla que pese a haber muertos estos no son seres vivos.
Un abrazo.
Sí, Emilio, casi como un laboratorio bélico o más bien de estrategias, pero sin daños colaterales.
EliminarUn abrazo.
En el tablero de ajedrez o en el tablero de la vida, los peones siempre van en primera línea para que les partan la cara antes que a los demás.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Y además siempre los más numerosos. Precisamente el 50% es carne de batalla. Como en la vida misma.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Me encanta jugar ajedrez, y aunque no soy bueno y hace tiempo que no juego, una buena partida con alguien de un mismo nivel se hace muy amena.
ResponderEliminarUn abrazo y que pases un bonito día.
Posiblemente el mejor juego de mesa, Jorge.
EliminarUn abrazo.
Bien descrito el juego de la ajedrez o es de la vida de lo que hablas?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo dejo a tu elección, querida Chela, como la vida misma. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Muy bonito el poema de las jugadas del ajedrez. Nunca aprendí, sí lo intenté pero es tan complicado quedarse con los movimientos de cada ficha que desisto.
ResponderEliminarAbrazos
Lo difícil no es memorizar cómo se mueve cada pieza, pues no son tantas las figura. Lo complejo es visualizar la jugada propia y ajena los cuatro o cinco movimientos anteriores.
EliminarUn abrazo.
Así jugada tras jugada, hasta el final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso es, Amapola, hasta el jaque mate.
EliminarUn abrazo.
Precioso poema al juego de ajedrez que representa la vida misma.Saludos
ResponderEliminarAsí es, Charo, un juego tan complejo como apasionante.
EliminarUn abrazo.
Francisco, según explicabas el orden de unos y otros en el juego del ajedrez, me venía a la mente el juego de la vida, donde también juegan al ajedrez con los pueblos, políticos y poderosos, imponiendo normas, ataques y retiradas...Aún no hemos salido de este juego de pandemia, donde tantos peones, caballos, alfiles y torres han caído...
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y admirado.
Has hecho lo mismo que Chelo, aunque tú has sido más explícita, María Jesús. Efectivamente he usado el juego del ajedrez, del que me confieso un pésimo principiante, para hablar de lo que nos importa y mucho.
EliminarUn fuerte abrazo.
Seguro que has hecho muchas partidas en el tablero de ajedrez-
ResponderEliminarLa vida es también un juego de ajedrez, en el que hay que sortea muchos obstáculos.
Besos
He sido menos que mediocre, pero no dejo de considerar de que es un juego apasionante.
EliminarBesos.
La vida es tantas cosas... Una obra de teatro, una partida de ajedrez y lo mejor es VIVIR, echar un pulso ala vida y salir ganadora.
ResponderEliminarDices bien, Tracy, pero finalmente todos son sucedáneos: la vida es esto de despertar, navegar, descansar y volver a despertar.
EliminarUn abrazo.
Como la vida misma. Saludos amigo Francisco.
ResponderEliminarGracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.
Es fascinante. Soy mala jugadora. Todavía no sé defenderme y atacar simultáneamente. Me falta mucho por aprender. En el tablero y en la vida. Sangre fría se necesita.
ResponderEliminarUn abrazo.
En la vida, que sean otros los belicosos. No pierdas tu ternura, Sara.
EliminarUn abrazo.