Alienación de cipreses,
mármoles, fechas y rótulos
en busca de perpetuarse por
encima
de lo perecedero,
de no querer dejar de ser
y encaramarse a lo efímero
para habitar la nada.
Un trabalenguas de nombre y
apellidos
que se repiten en competición
con el esporádico ingenio
de algún epitafio como burla
y flores que se marchitan
en el desencuentro de la
espera.
En el jardín del sueño
eterno,
una competencia entre los
vivos
por la hegemónica apostura
de los muertos,
a quienes rotulan promesas
imposibles
y afirmaciones que dejan en
duda.
Como excentricidad fuera de
lo común,
algunas obras de arte
que en bronce o piedra
quieren llevar la contraria
a la muerte
y que el tiempo se ocupa de
derrotar.
Entre la arboleda y la
piedra tallada,
un silencio sepulcral,
presidido por la dulzura
del Cristo de las Mieles,
subrayando el sinsabor de lo
amargo.
No me gustan los cementerios, cuando muera prefiero la montaña y el mar, un poquito de cada, para disfrutar de las vistas.
ResponderEliminarUn abrazo.
En algún lugar vamos dejando un rastro que no es siempre adecuadamente respetado.
EliminarUn abrazo.
Flores perecederas junto al mármol frío. Una muy triste combinación. Por eso nunca regalo flores.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Siempre me han parecido las flores algo que no responde a las circunstancias. La mejor flor es guardar un buen recuerdo e incluso perdonar las faltas de quien se fue, ya que tampoco somos perfectos y tomaremos el mismo camino.
EliminarUn abrazo. Cayetano.
Nunca me gustaron los cementerios y los cipreses tampoco por la relación que hay entre ambos y para colmo en un parque al lado de casa no se les ha ocurrido mejor cosa que plantar cipreses con la cantidad de árboles bonitos que existen y que los hay en todo el pueblo.Tampoco encuentro sentido regalar flores a los muertos, mejor invertir ese dinero en alguien vivo que lo disfrute con aquello que le agrade.Por cierto nunca había oído hablar del Cristo de las Mieles y me ha gustado.Saludos
ResponderEliminarEn todo lo que dices estoy de acuerdo contigo, Charo. Te invito a que leas sobre ese Cristo que preside la rotonda de una avenida del cementerio de San Fernando en Sevilla: http://leyendasdesevilla.blogspot.com/2016/12/leyenda-del-cristo-de-las-mieles.html
EliminarHola Francisco. A mi me gusta ir a visitar el Camposanto y leer y mirar los lujos que ponemos cuando la persona ya no está con nosotros. En realidad es cotilleo pero soy respetuosa y solo miro, no comento. Yo no quiero que me entierren, quiero que mis cenizas las echen al viento y volar con él.
ResponderEliminarBuen poema
Abrazos
Da la sensación, en algunos casos, que todos esos mausoleos y la parafernalia que comporta es como un hacerse perdonar por lo que no se hizo en vida. Lo cierto es que nos iremos sin poder rectificar.
EliminarUn abrazo. Isa.
Me imagino que esos versos te lo habrá inspirado el Cementerio de Sevilla. Allí tan sólo lo visité una sola vez y estuve viendo la tumba de algunas figuras famosas.
ResponderEliminarMi salida a Sevilla, fue un tanto precipitada. Fuimos a acompañar a un familiar al Hospital Virgén del Rocío. porque parecía ser que se tenía que operar. De momento, no hubo operación, porque había que hacerle de nuevo unas pruebas, que se las hicieron hace casi dos años y estaban muy borrosas. Quedaron en llamarla para repetirle las pruebas.
Tan sólo el mismo día de irme, pude dar una vuelta por Sevilla. Tan sólo unas horas, porque el sol calentaba bastante. Cogimos el autobús 37. Nos subimos en Manuel Siurot y nos bajamos delante del palacio de S. Telmo. La idea que teníamos era cruzar el puente de Triana , visitar la Basílica de la Esperanza de Triana y de paso también el mercado de Triana...ya pensaba que me había llevado la cámara y me iba a ir de Sevilla sin hacer alguna fotografía.
Aún tengo las fotografías sin descargar de la cámara. Ahora tengo que encontrar el tiempo necesario para prepararlas.
Es la primera salida que hago, desde que está la pandemia....hay un cierto miedo ahora a viajar.
Besos
Espero que pronto puedas venir a Sevilla por otros motivos más lúdicos.
EliminarBesos.
Un lindo poema amigo Francisco, yo no visito cementerios casi nunca, solo cuando he ido a dejar a un ser querido.... Saludos.
ResponderEliminarEntonces igual que yo, Sandra.
EliminarUn abrazo.
"Qué solos se quedan los muertos". Yo seré montaña, rîo, laguna, valle, bosque, cascada... Odio los camposantos. Amo la naturaleza y la libertad.
ResponderEliminarUn abrazo.