Casi caía la noche,
era ese tiempo del
crepúsculo
cuando las sombras se hacen
más opacas y alargadas,
cuando la proyección en el
suelo
es una desfiguración
gigantesca
que se desparrama con
generosidad
y la vida comienza a
recogerse.
Estaba hecho un gurruño:
recogidos los pies debajo de
su glúteo,
los hombros mirándose vagamente
el uno al otro;
guardaba silencio y tenía la
mirada perdida
en algún punto del infinito.
Eran pocas sus pertenencias,
si bien, le acompañaba un
chucho
de escasas dimensiones
que dormitaba enroscado
sobre ellas.
Lo miré fijamente
y me devolvió una mirada inexpresiva.
Regresé al instante con un
bocadillo
y me lo agradeció con un
ensayo de sonrisa,
tras compartirlo con su
perro.
Casi caía la noche,
seguí mi camino envuelto en
mis pensamientos.
Él había encontrado acomodo
en las sombras,
cada vez más densas
y nadie le observaba.
Para muchos ojos, demasiados, esas personas no existen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Comprenso que en mi es un tema recurrente, pero un asunto que merece la pena vocearlo hasta que la situación cambie.
EliminarUn abrazo.
Aunque suene raro, nunca un perro callejero estuvo más acompañado.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En todos los casos que conozco se ha dado un fuerte vínculo entre ambos.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Que triste situación, nadie debería de pasar tanta penuria.Saludos
ResponderEliminarAsí es, Charo, pero está muy claro que no son casos aislados.
EliminarUn abrazo.
Que duro y que triste lo de estas personas que cada vez a causa de la crisis y del buen tiempo, se hacen más visibles , pero ni por esas se remueven nuestras conciencias.
ResponderEliminarAlgunos llegan a la calle por su deterioro psicológico, pero los que llegan por otras causas acaban deteriorándose mentalmente también.
EliminarUn abrazo.
Si, Francisco. Tenemos que mirarlos y atenderlos en lo que podamos. Son parte de nosotros mismos, y esperan, siempre esperan nuestra solidaridad.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño, amigo.
Gracias, María Jesús, por tener las cosas tan claras.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Francisco. Realmente los animales son quienes les tratan mejor que les dan su cariño. Una foto buenísima de la realidad. Siempre pensamos en personas mayores como vagabundos, pero esta es la realidad, no hay edad para estar en la calle sin amparo alguno.
ResponderEliminarAbrazos
Bonito poema
ResponderEliminarTriste historia
Saludos
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