Entre rocas y brezos,
un murmullo de agua
con su música que colma y
sacia,
que invita a beber y a
descansar.
Un largo camino. Un esfuerzo
agotador para quien la
sierra
es un paisaje ahí enfrente,
un recreo para la mirada
en la distancia.
Agua desnuda, impoluta,
agua que salta a las manos
con un vuelo blanco nácar
y apaga la sed antes que el
deseo
de dar por acabado el
festín.
Doncella de la sierra,
aparición angelical
que colma con sus virtudes
las pérdidas habidas en el
esfuerzo.
Agua pura. Agua virginal.
Inicio de un río
que irán prodigando sus
bondades
mientras nosotros los
hombres
la mancillaremos hasta
corromperla
y contaminarla.
¡¡Qué maravilla el gran chorro de agua que recogen esas manos!! El agua es la vida y sin ella la vida se acaba. Debemos gastar el agua con mesura y con sumo cuidado para el cauce y las fuetes nunca estén seca. Bello poema al agua que es como la sangre que corre por nuestras venas, pero ella corre por la tierra para calmar la sed de la vida.
ResponderEliminarAbrazos
Estoy de acuerdo contigo, Isa, el agua es un bien que no debemos despilfarrar y sí cuidar mucho.
EliminarUn abrazo.
Eso es agua, quien la probó lo sabe.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
La he probado y sé dónde surte fresca y pura, todavía.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Hoy, cuando salgo de marcha, me llevo el agua en una botella; no me fio de las fuentes, con la cantidad de porquería que se echan a los cultivos, dudo que su agua no esté contaminada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si no se conoce bien dónde se va o no hay garantía de un buen manantial, es lo más aconsejable, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Hay alegría y tristeza en el poema, pero es bello.
ResponderEliminarBesos.
Como la vida misma, Amapola, un surtido de todo.
EliminarBesos.
En las ciudades hemos perdido esa sensación de pureza y libertad que irradia el sonido y el frescor de un caño de agua o un manantial en la montaña. Ése agua pura y limpia, tesoro y vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tienes razón, Jorge, así lo siento en la ciudad que vivo.
EliminarUn abrazo.
Recuerdo aquellos tiempos de adolescencia en que nos íbamos de excursión y vevíamos agua directamente del río haciendo cuenco con las manos y nunca nos pusimos malos.Saludos
ResponderEliminarEse tiempo ha pasado a mejor vida, Charo. Ahora no se puede uno fiar en hacerlo.
EliminarUn abrazo.
has hsecho una descripción tan buena, que por un momento he sentido estar en ese lugar tan privilegiado.
ResponderEliminarBesos
Me alegro que así haya sido y lo recibo como un requiebro a mis letras. Muchas gracias, Antonia.
EliminarBesos.
El agua es vida y da mucha energía y transparencia, recordemos que venimos del agua y somos agua en nuestra mayor parte, procuremos no ensuciarla.
ResponderEliminarUn beso amigo.
Me sumo a tu consejo, Tracy.
EliminarUn beso.