El campo se agosta,
mas bajo la parra
es brisa suave,
racimo que aguarda.
La vid macilenta,
pámpanos grisáceos,
rosados y verdes,
pero los racimos,
vendimia de envidia.
Una canastilla
de hojas de higuera
y en el cuenco verde
prisión de primores.
Dulce algarabía,
un baño en la alberca,
moras de las zarzas
y en rama vencida
la granada abierta.
Gozo de zagales
que el campo pasean
y el campo les brinda
ocio y la merienda.
Que gratos recuerdos nos traes de tiempos de la infancia. Yo también alguna vez me bañé en una alberca. Tendría siete u ocho años y eso de los controles de la calidad del agua (generalmente con un tono verdoso) no existía ni tampoco pasaba nada.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Y no pasaba nada cuando bebía en el río... ¡Qué tiempo, Cayetano!
EliminarUn abrazo.
No se que decirte, hoy en los pueblos no hay ni zagales, ni parejas que puedan traerlos, se marchan a la gran ciudad, donde hay internet, cines y otras diversiones que no da el campo; los niños en las ciudades no pueden jugar, están invadidas por los coches, aún menos subirse a un árbol, como posiblemente, tu y yo, hemos hecho; desgraciadamente el campo, a la gente joven no le ofrece nada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, Emilio, son otros tiempos y otras realidades.
EliminarUn abrazo.
Qué bonito el poema Francisco. Y que bello recordar la infancia y esas salidas al campo y trepar hasta los árboles para coger peras, higos o manzanas lo que hubiera de temporada. En mi pueblo aun los chicos van a por zarzamoras, también a por higos y venden en la fabrica de las mermeladas. Allí hacen mermeladas caseras riquísimasssssssss. bonito poema y bella la imagen de los zagales comiendo esa rica manzana.
ResponderEliminarAbrazos
Los pueblos suelen mantener algo de ese tiempo al que me refiero, aunque tampoco es igual, Isa. De hecho hay muchos pueblos que se han despoblado.
EliminarUn abrazo.
Hermoso poema que me ha trasportado a mi infancia.Saludos
ResponderEliminarEntonces lo habrás pasado bien y me alegro por ti, Charo.
EliminarUn abrazo.
Buenas frutas hay ahora por algunas fincas. recuerdo haber comida de pequeña frutas recién cogidas del árbol...esas tienen mucho mejor sabor de esas que vienen de las cámaras y se comen con una madurez muy natural.
ResponderEliminarBesos
Por supuesto que sí, Antonia. Tampoco estaban los frutos tan tratados como hoy. Yo me subía al árbol a comerlos.
EliminarBesos.
Precioso poema que recuerda a la infancia de otros tiempos
ResponderEliminarEso es lo que he intentado, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Que lindo paisaje has plasmado en versos. Saludos amigo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.