Amanece. La luz viene
cargada
de serenidad. El cielo es
aún
un brochazo indeciso
que se abre camino
imponiendo
su brillante criterio.
Se van difuminando los
oscuros
y también las dudas que
malmete la noche
queriendo reavivar las
heridas.
Duermes. Eres placidez
contemplativa
y ahora ocupas el centro
de la cama.
Me levanto. No quiero
poner mis manos
en la noche pasada,
prefiero que descanses.
Hay pan en el congelador;
me pondré al desayuno
en cuanto te oiga trastear
en el cuarto de baño.
En tanto, te pienso de
nuevo
y preparo la vela y el
cordaje
para la singladura de este
nuevo día.
Lo pienso, pero esta
mañana
no se me ocurre cómo
sorprenderte.
En la calle circulan voces
obscenas,
de un pudor raído y
vociferante
que rompe la magia de la
mañana
y temo por la placidez de
tu sueño.
Anoche nos inventamos un
mundo mejor,
pero nuestras fabulaciones
no son efectivas fuera de
ti y de mí.
La luz ha tomado
naturaleza
del nuevo día
y a la calle se han
incorporado otras urgencias
que ojalá no precipiten tu
despertar.
Como de costumbre,
te precederá tu sonrisa
inaugurando otro día más,
y tú te empeñarás en que
sea único.
Celebremos el nuevo día: un regalo al alcance de nuestras manos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Pues sí. Si prestamos atención cadaxdía es especial.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
"Único", cada vez es más raro encontrar algo único, al final todo se vuelve rutina que hay que sobrellevar de la mejor manera y haciendolo parecer algo nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si lo piensas mejor, Emilio, cada día es único. Hay elementos repetitivos sí, pero no hay dos iguales para quien no se conforma con la monotonía.
EliminarUn abrazo.
Cada nuevo amanacer es un regalo de Dios y si encima tenemos una buena compañía para disfrutarlo el regalo es mucho mejor. Creo de verdad que formáis un matrimonio perfecto y me alegra muchísimo.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo, por esa mirada tuya tan favorecedora.
EliminarUn abrazo.
Un nuevo día de vida y eso es lo que tenemos que agradecer. Nos despertamos y gozamos de buena compañía y después de un buen desayuno, nos encontramos con fuerza para afrontar el día.
ResponderEliminarBesos
Esas primeras horas del día son mágicas, Antonia. Gracias hoy y siempre.
EliminarBesos.
Hola Francisco. Cada día es único porque siempre hay algo que lo distingue de los demás. A pesar de todo vivamos con alegría y buena disposición cada nuevo día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa es la sensación y la intención, Josefa. Muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo.
Hermoso, intimista y único de ese día que despierta. Diría un oriental, ese es el arte del buen vivir. Abrazo y salud.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Rosa María, por ese hilván entre nuestra cultura y el oriente.
EliminarUn abrazo.
Qué bonito, por favorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
ResponderEliminarMil gracias, preciosura.
EliminarUn abrazo.
El amanecer no me gusta, pues me recuerda las noches de hospital acompañando enfermos y sabiendo que algún amanecer de esos será el último.
ResponderEliminarInevitablemente hacemos fijaciones en la mente que no siempre nos favorecen, pero es lo que tiene la memoria, a veces inevitable.
EliminarUn abrazo.
Belleza suscrita a la luz del nuevo día.
ResponderEliminarEmocionantemente bello, disparatadamente entrañable.
Salud, Francisco.
Y este de hoy tampoco será el último.Porque ya ha ocurrido.
Muchísimas gracias, Anna, por tan entrañable comentario.
EliminarUn fuerte abrazo.
Estoy segura de que ese día fue único y que lo han guardado en la clasificación de entrañable. Se contaba con todo lo necesario: dos que se aman. Nada de lo externo podría ser más fuerte.
ResponderEliminarAbrazos (2)
La luz te ha dado la serenidad necesaria y el criterio justo para emprender este nuevo día e ir perfilando con cuidados detalles las horas y los sentimientos, Francisco.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo admirado por tu buen hacer.