Ajustado a las curvaturas
de su cuerpo,
más que un vestido
entallado,
el tacto imaginario
delineando sus contornos
y entrecortando el aire de
viandantes.
Así, cubierta de su
veladura escultural,
rozada por el aire de las
miradas;
virginal inocencia, puro
elemento estético,
junco flexible que se
cimbrea al paso.
Serpenteo abierto, curvas
y contra curvas,
sinuosidad que provoca el
vértigo
al tiempo que todo lo
envuelve
en la modorra incierta de
la ensoñación.
En el largo recorrido de
tanto meandro,
en la embriaguez de sus
formas de rally
y sus turgencias bien
sujetas y comprimidas,
una competición
convergente de miradas.
Esplendor sumo de astros
relucientes,
dos carbones encendidos
que miran
y radiografían hasta el
pensamiento,
un astro que hace
converger todas las miradas.
Foco. Elipse del vértigo
rayano a la locura,
cristal inmaculado que absorbe
el desenfoque.
Diosa. Prodigio celeste
abajado a la tierra:
así de gloriosa es la
belleza desorbitada.
Y si la miras, aunque sea con disimulo y contención, lo sabe. También tu acompañante.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En tales casos se contesta: creí que era Margarita, aquella niña desdentada de primero...
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Esas curvas, loadas en medios de comunicación, están enriqueciendo a ciertos médicos, y provocando más que dolores de cabeza a jovencitas y menos jovencitas.
ResponderEliminarUn abrazo.
No niego que hay algo de eso, pero hablo de la naturaleza femenina que no es precisamente una línea recta.
EliminarUn abrazo.
Se siente observada y le gusta la admiración que crea a su paso cadencioso. No es provocación, no nos confundamos: es lucir su identidad como el que pinta un cuadro y lo expone.
ResponderEliminarUn saludo, amigo Francisco
Estoy de acuerdo, Carmen. Sólo entro en mi sentir, en el hombre que observa y se siente atraído. Todo ello muy lejos del viejo verde.
EliminarUn abrazo.
Y es que ante curvas tan sutiles...siempre recomiendan tomar algo para el mareo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tú eres más precavido, Jorge.
EliminarUn abrazo.
Increíble descripción de un cuerpo bien formado, me has impresionado.Saludos
ResponderEliminarPero se ajusta a lo que se percibe. ¿No es cierto?
EliminarUn abrazo.
Muy buena descripción Francisco. Los ojos están para mirar y no son obedientes, se van sin más a la figura esbelta y bien formada como una guitarra. Lo bello hay que mirarlo aunque sea con disimulo porque no está prohibido, si lo estuviera no debería de salir.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Isa, por tu comprensión. Para algunos debe ser un tema que no debería haber tocado, pero creo que la atracción y la belleza se buscan y hasta se complementan.
EliminarUn abrazo.
Ya veo que más de una vez te has cruzado, con un monumento de mujer, como ese que has puesto en la foto. La vista se te habrá ido irremediablemente hasta la dirección a donde se encaminaba, hasta que no pudieras seguirla al desaparecer entre la multitud.
ResponderEliminarBesos
Esta mujer debía ser cordobesa y aficionada a la fotografía, pues su estética no era de pasar desapercibida.
EliminarBesos.
Está claro que la geometría para ti no tiene secretos y más en estos tiempos.
ResponderEliminarAl menos no se me dio mal, Tracy. Ojalá te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
¿Ante tales curvaturas quien se resiste a no mirar? Hasta las mujeres aveces volteemos a ver, cada uno de nosotras por diferentes motivos...... La belleza natural de una mujer no pasa desapercibida. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Sandra. Eso mismo pienso y no creo que sea obsceno hablar de ello.
EliminarUn abrazo.
Excelente poema. Uno queda sin palabras...
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias, Carlos.
EliminarUn abrazo.