23 abril 2025

INSTINTO DE SUPERACIÓN

 




Todavía no sabía cómo,

pero tenía la determinación de afrontarlo,

de no mirar para otro lado

esperando que pasase la ola

y se resolviese por sus propios medios.

Tuve que buscar los bríos que no tenía,

echar mano a la osadía que en mí no había despertado

y que nacía en lo profundo de las vísceras.


Vencer o morir:

despertó en mi interior la certeza

y tuve que invocar a la voluntad con gran resolución.

No podía dejarme llevar por la corriente,

por esa carcoma del día a día

que acaba con la tenacidad

antes de ponerla en práctica.

No es fácil nombrarle guardia a la voluntad

y empujar a su cumplimiento a toda costa.


El miedo me atenazaba, me destruía;

oía en mi interior la voz de retirada

antes de haber hecho frente al objetivo.

Hoy puedo confirmar que el miedo atenaza,

que bloquea todos los instintos,

baja los brazos y también la cerviz.


Había tomado la determinación,

el instinto de conservación me hizo irreconocible,

aunque todo se removía en mis entrañas

con los espasmos de un vómito;

el miedo era superior a la voluntad

y la decisión, sin muchos razonamientos,

estaba tomada, aunque amenazaba la derrota.

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