Tú eres el alba en mi despertar
y yo el gallo que canta eufórico
al comprobar tu mano en mi mano.
Tú eres el otero desde el que se divisa
la frondosidad jubilosa de la vida
y yo la sonrisa que en ti se complace.
Tú eres la fuente que mana incesante
y que provoca mi sed sempiterna
y yo el siempre sediento e insatisfecho.
Tú eres la montaña inaccesible
y yo el obstinado de los ochomiles
que te aborda por todas tus caras.
Tú eres la corriente mansa entre meandros,
con sus pronunciadas y sinuosas caderas,
y yo el torrente alocado que salta entre riscos.
Tú eres el valle fértil siempre verde
que da a manos llenas el ciento por uno
y yo el roble aislado en medio de la nada.
Magnífico poema de amor, muy sentido. Te felicito.
ResponderEliminarMoltes gràcies, Francesc.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermosas metáforas para un poema de amor humano y divino...Puede tener varias interpretaciones, amigo poeta...
ResponderEliminarMi abrazo y feliz semana de Resurrección.
Me encantan los poemas abierto, esos que se prestan a múltiples interpretaciones.
EliminarUn abrazo.