Un poco de luz, las gafas, un libro,
un narrador deshilacha una frase,
un sinfín de oraciones
no siempre subordinadas,
un pensamiento que se desencadena,
una historia bien hilvanada.
Silencio. De vez en cuando
un pestañeo que lubrica
y un hilo narrativo que maniata.
Un ciento de sucesos,
un omnisciente que lo sabe todo,
que no lo cuenta todo,
que cuenta y que no para,
que tan solo abandona una estacha
cuando se deshace un nudo
de forma deliberada.
Un sorbo de agua. Un bostezo.
Vuelta de nuevo a las páginas.
Una hora, otra hora,
la noche, la madrugada,
una trama que te envuelve,
otro capítulo más
y mayores son las ansias,
una historia que te abraza,
que te aprisiona y abrasa.
Somnolencia, cansancio,
bostezos de madrugada,
la curiosidad que aguza,
el deseo que no cesa,
el sueño perdió su engarce
mientras que la historia avanza.
La lectura mueve las neuronas y nos enriquece el espíritu...aunque a veces no seamos conscientes del tiempo y que hay que descansar, amigo poeta.
ResponderEliminarMi abrazo siempre.
Es verdad, María Jesús. Muchas veces o casi siempre leo con estado de reposo y así me cunde más el tiempo.
EliminarUn abrazo.